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Foto del escritorJosé Luis Elizondo T.

La contaminación y los impuestos verdes.



José Luis Elizondo T.



La contaminación del aire es un problema grave en muchas ciudades grandes en todo el mundo, y su solución requiere un enfoque integral y colaborativo. Aplicar impuestos verdes o ambientales, no son la única solución.


La creación de impuestos verdes no es un tema nuevo, ya que desde los años noventa del siglo pasado se han implementado en algunos países europeos, con lo que han logrado mitigar en algo la contaminación ambiental. Sin embargo, son impuestos que deben estar perfectamente equilibrados para que funcionen correctamente, ya que además de sus ventajas, puede tener un lado oscuro entre sus desventajas.


La aplicación exitosa en este tipo de impuestos se puede estudiar en casos específicos, como Suecia, donde se aplica dese 1990 un impuesto a combustibles fósiles; Dinamarca, que tiene tasas impositivas al uso de energía, agua transporte y a las empresas que emiten CO2; Finlandia ha implementado impuestos verdes sobre el uso de combustibles fósiles y la generación de residuos; Noruega lo calcula sobre las emisiones de CO2, por citar algunos casos.


Entre las ventajas de un impuesto verde se puede mencionar que incentivan la adopción de prácticas sostenibles, fomentan la innovación de las empresas que usan fuentes contaminantes para buscar energías alternativas más sostenibles; además, generan ingresos fiscales a los gobiernos; pero los recursos captados por esta vía, se deben de destinar a establecer estímulos fiscales a los contribuyentes que inviertan en sus empresas para reducir las emisiones contaminantes que arrojan al medio ambiente.


También tiene sus desventajas si no se aplican correctamente o de manera equilibrada, entre las que se encuentran la posibilidad de que estos impuestos se vuelvan regresivos, es decir, que pueden tener un impacto desproporcionado en los grupos de bajos ingresos que no tienen recursos para adquirir tecnologías más limpias y sostenibles; pueden ser difíciles de implementar, ya que requiere un sistema de monitoreo y fiscalización costoso y complejo y lo peor, puede generar distorsiones económicas, al cambiar los precios relativos de los bienes y servicios y afectar la competitividad de las empresas en los mercados globales. Además, usualmente son los consumidores quienes tienen que absorber la mayor parte de los costos de los productos, ya que la mayor parte de esos impuestos se trasladan al consumidor final.


Pero eso no es todo, también hay que adoptar políticas públicas que permitan reducir los niveles de contaminación ambiental, como el fomento del uso el uso del transporte público, de bicicletas y otros medios de transporte sostenibles, como el uso de autos eléctricos o la práctica del carsharing, que consiste en que los usuarios de este servicio, puedan reservar un coche a través de una aplicación móvil o un sitio web y utilizarlo por una tarifa por hora o por día. Una vez que han terminado su viaje, deben devolver el vehículo a una ubicación designada para que otro usuario pueda utilizarlo.


En algunos países se han establecido, zonas de bajas emisiones, para evitar la instalación de empresas o el ingreso de vehículos altamente contaminantes, en esos sitios. También se debe avanzar en la promoción de la eficiencia energética de las nuevas construcciones, especialmente los edificios que consumen grandes cantidades de electricidad.


En general, los impuestos verdes pueden ser una herramienta efectiva para incentivar comportamientos más sostenibles y reducir la contaminación y el uso de recursos naturales no renovables, pero es importante considerar sus posibles desventajas y buscar un equilibrio adecuado entre los incentivos y los costos asociados con su implementación.

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