¿Y ahora cómo meterlos en casa?
La Talacha/Francisco Cuellar Cardona
Van ya 24 días que el gobierno federal y los gobiernos estatales decidieron que la gente
saliera de su confinamiento, y que las empresas, la mayoría no esenciales se reactivaran,
mientras la pandemia con sus contagios y muertos ha empeorado tanto, que ahora, todos o casi todos están pensando en echar atrás la reapertura y volver a meter a sus hogares a la gente, y cerrar los negocios para evitar que el sistema hospitalario se colapse con tanto enfermo.
En Tamaulipas, el problema es muy delicado, tanto que en Reynosa y Matamoros ya cancelaron la reapertura de negocios. En Nuevo León, los números de casos positivos rebasaron todas las expectativas, que este miércoles se podría anunciar por parte del gobernador Jaime Rodríguez Calderón y su gabinete, el fin del desconfinamiento.
Coahuila y San Luis Potosí, andan en las mismas circunstancias, y a nivel nacional las estadísticas del zar del AntiCovid-19, López Gattel, ya no haya que más que inventar para que la gente la crea sus mentiras.
México, junto con Estados Unidos Unidos y Brasil ocupan los primeros lugares en muertes y contagios en el mundo, y sus presidentes, irresponsablemente han dejado, literalmente morir a sus gobernados. Donald Trump, prefirió meterse a la campaña por su reelección; Bolsonaro en Brasil tuvo que acatar una orden de un juez para ponerse el bozal o el cubrebocas, y en México, Andrés Manuel López Obrador, "mandó al diablo" a la pandemia y se metió de lleno al proceso electoral del 2021.
El asunto es que ahora que ya todos se relajaron y salieron de sus casas, y los negocios que abrieron apenas reactivándose, ¿cómo obligarlos a que se encuarentenen?.
Los gobiernos están en dos verdaderos problemas: uno de salud, y el otro de credibilidad.
Al final de esto, todo cae en algo que los gobiernos jamás han querido reconocer: manejaron con los pies este problema de salud y ahora están acorralados y no saben qué hacer; politizaron la crisis sanitaria; polarizaron y dividieron al país; encerraron en sus casas a las familias, infundiéndoles miedo y temor, y casi los "matan de hambre".
Cuando se les advirtió que no era momento de levantar la emergencia y ni reactivar la economía, porque aun no se alcanzaba el pico de la pandemia, no hicieron caso; hoy deben asumir y pagar la consecuencias.
Ahora están pensando en echarle la culpa a la gente, porque nunca se quedó en casa o no respetó los protocolos ordenados por la Secretaría de Salud. Eso es otro error que no es admisible; si algún sector de la población no respetó la cuarentena, fue porque los gobiernos dejaron solos a los trabajadores y a sus familias: los programas de ayuda prometidos nunca llegaron o fueron muy pocos. Además, los que se repartieron se hicieron con criterios políticos y mediáticos.
En medio de este problemón, los gobiernos de todos los niveles deben de estar pensando en una estrategia rápida, porque los enfermos se siguen contando y los muertos siguen cayendo.
La gente no va a volver a encerrarse en la casa porque ya no cree en el gobierno, y también porque ya le perdió miedo al famoso virus.
Los gobiernos están en un grave dilema, y lo más lamentable es que no tienen una solución para salir de este atolladero.
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