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  • Foto del escritorAraceli Garza

María Elena Chapa



José Luis Elizondo T.


Existen personas, como María Elena Chapa, que son imprescindibles en la vida política del estado y del país. No imagino una sociedad como la nuestra sin María Elena, luchadora incasable e implacable en la defensa de los derechos de las mujeres, a quienes ha empoderado como nunca antes.


Ante tantos fallecimientos por Covid y víctimas de la inseguridad, la partida al eterno descanso de María Elena Chapa no puede pasar desapercibida ni en Nuevo León ni en México.


Cuando inició su cruzada por la igualdad de derechos y libertades entre ambos géneros, era como una voz que clamaba en el desierto, hubo quienes la tildaron de excéntrica, o por lo menos, exagerada.


Pero afortunadamente para María Elena, ningún obstáculo ha sido suficiente para detenerla, excepto, claro, la muerte.


Poco a poco se fue nutriendo de las luchas y las luchadoras del feminismo en el mundo, hasta que su voz, incómoda para muchos políticos, y su forma de ser, insumisa, como ella misma se definía, formaron un enorme caudal que logró tirar las barreras que impedían a las mujeres participar en igualdad de condiciones que los hombres en el mundo laboral, en la academia, en la política y en el sector empresarial.


Gracias a María Elena Chapa hoy las condiciones jurídicas, laborales y políticas de las mujeres en país son mejores, aunque aún falta mucho por avanzar, además de la obligación social que tenemos todos de no permitir ningún retroceso en lo que ya se logró, gracias a su incansable y fructífera misión.


Ha partido María Elena Chapa. México y Nuevo León necesitamos muchas más María Elenas, no sólo en las Cámaras de Diputados y Senadores, no sólo en el mundo de la política, sino en las universidades, en todos los centros de trabajo y hasta en el seno de cada uno de los hogares, para que nunca más se vuelva a considerar a la mujer como una persona con menos derechos o libertades que los hombres.


Mujeres y hombres somos iguales en derechos, libertades y obligaciones; no sólo lo establecen la Constitución de México y la del estado; lo proclamó María Elena Chapa toda su vida, y ahora lo decimos todas y todos los que tenemos el compromiso de continuar su lucha.


Honrar su memoria con un minuto de silencio no es suficiente. Honrémosla como ella lo hubiese querido, dedicando nuestro mejor esfuerzo para continuar su lucha, para seguir forjando una mejor sociedad, más igualitaria, más equitativa, más justa.



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