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Nuestra vetusta Constitución Política y sus reformas


José Luis Elizondo Treviño


Este año se cumplen 104 años de que fue promulgada, en la ciudad de Querétaro, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.


Pareciera muy vieja, pero desde su origen, cada sexenio se rejuvenece un poco con las reformas que los legisladores le han impuesto a través de los años.


La constitución más antigua del planeta y que sigue vigente, no es la de México, sino la norteamericana. Este documento que ha sido la guía de conducta de las instituciones de nuestros vecinos del norte, se aprobó en la Convención de Filadelfia, el 17 de septiembre de 1787, el próximo mes de septiembre cumplirá 234 años de vida, y en ese lapso, ha sido modificada por 27 enmiendas. Es una constitución muy práctica que contiene un preámbulo y siete artículos, con varias secciones cada uno de ellos.


Así deberían ser las constituciones, precisas, breves, porque solo contienen las garantías individuales o los derechos de los ciudadanos, esta es la parte dogmática, y la forma de organización de los poderes, que es la parte orgánica.


Nuestra constitución de 1917 se aprobó con 136 artículos, mismos que permanecen hasta la actualidad, la pequeña gran diferencia, es que la original ocupó 13 páginas del Diario Oficial de la Federación publicado aquel de febrero de 1917; mientras que la actual, la que se ubica en el portal de internet de la Cámara de Diputados y está actualizada con las últimas reformas, ocupa 148 páginas en el programa “Word” con la fuente “Arial 10”, más otras 197 páginas que ocupan los artículos

transitorios de cada reforma aprobada; en total, ocupa 345 páginas en ese mismo programa informático.

Sin embargo, a los legisladores mexicanos les ha dado, desde hace décadas, por incluir reglamentaciones específicas que no deberían estar en la Constitución, sino en leyes secundarias, las que pueden tener el carácter de leyes constitucionales.


A nuestra vetusta y a la vez rejuvenecida Constitución Política, le han reformado 117 de los 136 artículos originales, es decir, el 86 por ciento del texto original ha sido modificado.


En la redacción actual hay artículos tan extensos, que prácticamente constituyen una ley dentro de la Constitución, como es el caso del artículo 41 que establece las bases para la integración de los órganos electorales.


La última modificación que le hicieron los diputados fue a los artículos 4 y 73 en materia de juventud, aprobada apenas el 24 de diciembre del año 2020.


También hay un artículo que les ha gustado mucho a los legisladores reformar, me refiero al artículo 73, donde se establecen las facultades del Poder Legislativo, el cual lleva 84 reformas. Cada legislatura agrega nuevas facultades al Congreso, especialmente las que han fungido desde los años setentas a la fecha.


Solo 19 artículos no han sido tocados. Todos sabemos que cada Presidente quiere imponer su sello en la Carta Magna; pero ¿quién ha sido el que ha promovido más reformas?


En el sexenio de Enrique Peña Nieto se reformaron 155 artículos, o sea, que varios decretos modificaron por más una vez a un mismo artículo. Sin duda se debió a las reformas estructurales que se

aprobaron con el Pacto por México y que requirieron modificar el texto de la Carta Magna.

Lo sigue Felipe Calderón, con 110 artículos reformados y el tercer lugar, es de Ernesto Zedillo, con 78 reformas al texto constitucional.


Algunos se preguntarán por el villano favorito del Presidente Andrés Manuel López Obrador, Carlos Salinas de Gortari, pero en su sexenio solo se reformaron 55 artículos constitucionales.


¿Y el actual presidente? En dos años se han reformado 42 artículos de la Constitución. A ese ritmo bien podría superar las reformas impulsadas durante el sexenio anterior.


Solo dos presidentes se abstuvieron de promover tantas reformas. Durante los mandatos de Adolfo Ruiz Cortines y Emilio Portes Gil solo se reformaron dos artículos respectivamente.


Lo cierto es que si algún constituyente de 1917 resucitara, volvería morir de inmediato de coraje al ver tantas modificaciones al texto original de 1917, porque esa Carta Magna fue producto de una revolución que dejó más de un millón de muertos en el país.


Es una buena señal que nuestra vetusta y a su vez rejuvenecida Constitución lleve más de un siglo de vigencia, pero sin duda ya no contiene el mismo texto que aprobaron los diputados constituyentes de 1917, es decir, nuestra actual constitución tiene más diferencias que semejanzas con la original.


Ahora es cuando debemos analizar la propuesta de un político profesional, como lo es Porfirio Muñoz Ledo, de pensar en la posibilidad de un nuevo Congreso Constituyente y una nueva Constitución para México.

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