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Foto del escritorOBED CAMPOS

SE LLAMA SIGILO, LICENCIADAS Y LICENCIADOS


Lo he dicho muchas veces: no nos queda claro a qué universidad dicen que acudieron a estudiar la mayoría de nuestros políticos, quienes, eso sí, cuelgan títulos de las paredes como en los ranchos colgábamos el calendario, pero por lo visto ignoran, aun siendo “licenciados en derecho” lo que significa la palabra sigilo.

No puede ser más acertado lo que escribe esta mañana mi compadre Francisco Tijerina: “Por respeto a Ricardo Flores y su familia, los políticos de Nuevo León deberían guardar silencio y dedicar sus mejores esfuerzos a coadyuvar con las autoridades en el esclarecimiento de este crimen que lastima y ofende a la sociedad nuevoleonesa”.

Si fueran serios y serias los actores y actrices de esta arena o circo de tantas pistas llamado política nuevoleonesa, se ceñirían a un llamado a la justicia pero sin difamación.

Nada le quita lo doloroso al asesinato del, por lo visto querido y respetado asesor jurídico del Congreso, Ricardo Flores.

Esto una tragedia que ha conmovido a nuestro estado, pero ha habido autoridades que luego luego activaron el “protocolo de la papa caliente”, y más que preocupar, repugna observar cómo algunos intentan politizar esta desgracia para alcanzar beneficio propio. Para llevar agua a su molino, diríamos en claro español.

Es de lo más vil y bochornoso que por esos intereses egoístas quieran lucrar con el dolor de esa familia y llevar el caso a un terreno político que solo busca favorecer causas personales, en lugar de buscar justicia para la víctima y su familia.

Porque para ser apegados a derecho, nada más la Fiscalía del Estado que encabeza Pedro Arce es la que por mandato legal puede meter mano en esa averiguación… Y si el Fiscal de una vez por todas se faja los pantalones más de cuatro alcaldes y actores políticos se tendrán que quedar calladitos, porque así se van a ver más bonitos.

Sabe usted a qué me refiero: a un diputado panista Carlos de la Fuente acusando, pero sin mostrar pruebas al gobernador como una “sospechoso” deja mucho que desear y muestra la oreja de las alturas de nuestros legisladores.

Porque aprovechar la desgracia para difamar no empequeñece a la clase política del estado, sino que la muestra en su verdadera dimensión paticorta.

Insisto, lo verdaderamente importante es exigir a la Fiscalía una investigación profunda y hasta donde la ley y el sigilo lo permitan, transparente, para despejar dudas sobre los móviles detrás del asesinato.

Nuevo León no es Manhattan ni la Ciudad de México, megaciudades donde si se consiguen aclarar los homicidios, del tamaño que sean y se detiene a los presuntos perpetradores. Eso es lo que se espera del joven Fiscal de Nuevo León, al cual, eso sí, hay que dejarlo hacer su trabajo.

Pero siempre apegados a derecho y sin alzar una cacería de brujas.

De paso, este es un buen momento para llamar a la unidad que tanta falta nos hace a los nuevoleoneses, quienes mexicanos también somos.

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