Elegir sin conocer: El simulacro de la democracia
- Hector G.
- hace 17 minutos
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Este 1 de junio, Monterrey y el resto del país vivirán una elección histórica porque por primera vez, los ciudadanos podrán votar por quienes integrarán el Poder Judicial. Ministros de la Suprema Corte, magistrados y jueces de distrito aparecerán en las boletas. El principio parece claro: abrir a la ciudadanía un poder que durante décadas ha sido opaco, técnico y cerrado. Pero, ¿es realmente una elección democrática si la mayoría no conoce a los candidatos?
El Instituto Nacional Electoral ha puesto a disposición del público la plataforma "Conóceles", un sitio web donde se pueden consultar los perfiles profesionales y trayectorias de las personas aspirantes a estos cargos. Es un esfuerzo importante, pero claramente insuficiente. En primer lugar, porque pocos saben que la plataforma existe. En segundo, porque los perfiles ahí expuestos —aunque completos en datos— no necesariamente ayudan a comprender quién está mejor capacitado, quién representa intereses, o quién tiene antecedentes que deberían preocuparnos.
Los candidatos del Poder Judicial no aparecen en debates, no hacen giras ni entrevistas en medios. Su lenguaje es técnico, su visibilidad es mínima y su impacto en la vida pública, aunque profundo, no se percibe con la inmediatez de un gobernador o un alcalde. Esto convierte al voto judicial en una especie de lotería informada solo para expertos o interesados muy específicos. Para el ciudadano común, se trata de nombres sin rostro, propuestas sin contexto y cargos cuya función exacta ni siquiera es clara.
La democracia requiere más que urnas. Requiere comprensión, diálogo y elección consciente. Votar por alguien de quien no sabemos nada, o de quien apenas hemos leído un currículum enredado, no fortalece la participación ciudadana: la debilita. Y si la idea es democratizar la justicia, entonces es urgente pensar en cómo comunicar, explicar y abrir estos procesos de forma efectiva.
Elegir sin conocer no es elegir. Es solo participar por inercia en un sistema que aún no está listo para ser realmente transparente. La elección judicial de este 2025 es, en el mejor de los casos, un experimento valiente. Pero como todo experimento democrático, debe ser acompañado de crítica, pedagogía y voluntad real de mejorar.
Porque no se trata solo de votar. Se trata de saber por quién y por qué.
Simulacro y Simulación

Baudrillard sostiene que en la sociedad moderna las simulaciones no son meras copias de la realidad, sino que se convierten en realidades propias, independientes y hasta más reales que lo real (hiperrealidad). Esto ocurre cuando la representación —el signo— sustituye a lo representado, y la experiencia directa se pierde detrás de imágenes, discursos y símbolos que ocultan la verdad.
En el caso de la elección judicial, el proceso democrático aparece como tal: una elección ciudadana abierta, un ejercicio de participación y transparencia. Sin embargo, la realidad subyacente es mucho más compleja y oscura. Los votantes no tienen acceso real ni comprensible a los candidatos, no hay diálogo ni confrontación pública y la información disponible es técnica y poco accesible. Así, la elección se convierte en un simulacro democrático: parece democracia, pero en realidad es una representación vacía, una copia sin referente tangible para el ciudadano común.
La plataforma "Conóceles" y la aparición de candidatos en boletas son signos de esta simulación. Proveen la ilusión de transparencia y conocimiento, pero la desconexión entre la información técnica y la comprensión ciudadana produce un divorcio entre la forma (la elección) y el fondo (la verdadera participación informada). El signo (votar por jueces) ha sustituido a la experiencia real del conocimiento y la deliberación crítica.
Votar sin conocer es “participar por inercia en un sistema que aún no está listo para ser realmente transparente”. Esto se alinea con la idea baudelairiana de que en la hiperrealidad, la participación se reduce a la repetición de actos simbólicos sin contenido real. La democracia, en este contexto, se vuelve un ritual que oculta la falta de acceso efectivo al poder judicial.
La mediación del Feed
En la elección judicial del 1 de junio, no solo enfrentamos la limitación del conocimiento directo sobre los candidatos, sino que además el proceso estará fuertemente mediado por las redes sociales. En estas plataformas, el flujo constante de información —el famoso "feed"— se convierte en el principal filtro por el que los ciudadanos acceden a datos, opiniones y mensajes sobre los candidatos.
Según Baudrillard en Simulacro y Simulación, la realidad en la era digital se construye a partir de signos y simulacros que a menudo no representan la verdad, sino versiones manipuladas o fragmentadas de ella. En este contexto, el feed de redes sociales actúa como una máquina de simulación, donde la información se presenta no en función de su veracidad o profundidad, sino en función de algoritmos que priorizan el impacto emocional, la polarización y la viralidad.
Así, el ciudadano no recibe un panorama completo o crítico, sino una versión hiperreal: fragmentos, imágenes atractivas o mensajes simplificados que simulan conocimiento y opinión, pero que en realidad pueden reforzar la desinformación o la superficialidad del voto. La elección se convierte entonces en un acto mediado por una simulación digital, donde la representación en redes sociales sustituye la experiencia real del debate y la deliberación.
El simulacro democrático se intensifica, y el voto puede estar más influenciado por la lógica del feed que por una comprensión profunda de los candidatos y sus propuestas. La democracia digital, así, corre el riesgo de convertirse en un espectáculo fragmentado, donde la verdad queda diluida entre likes y shares.