El Factor Trump
José Luis Elizondo T.
El próximo lunes 20 de enero, los estadounidenses tendrán, en la persona de Donald Trump, a su 47.º presidente. Trump regresa a la Casa Blanca tras ganar las elecciones presidenciales, luego de haber perdido en 2021 cuando buscó la reelección de su primer mandato.
Es previsible que en este segundo periodo continúe fomentando la polarización, no solo dentro de Estados Unidos, sino también en sus relaciones con otros jefes de Estado en el mundo. Su estilo confrontativo ha sido evidente en las tres campañas presidenciales en las que ha participado.
Como presidente, Trump podría ser determinante en el retroceso de políticas para combatir el cambio climático, lo que tendría serias consecuencias para el medio ambiente global.
En cuanto a la inmigración, si cumple sus promesas de endurecer las políticas contra la migración ilegal, se generará un problema no solo para las miles de personas que intentan cruzar a suelo estadounidense, sino también para México. Los estados fronterizos enfrentarían un aumento en la llegada de migrantes deportados, incrementando el riesgo de una crisis humanitaria.
Además, la amenaza de imponer aranceles a productos mexicanos, de concretarse, impactaría negativamente el crecimiento económico de nuestro país al reducir las exportaciones hacia Estados Unidos. Si a esto se suma la posible exigencia de que las maquiladoras estadounidenses que operan en México regresen a su territorio, la tasa de desempleo podría dispararse de inmediato.
La inevitable revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) representará un desafío para México, especialmente considerando el posible cambio de primer ministro en Canadá hacia un liderazgo conservador, actualmente favorito en las encuestas.
En materia de seguridad, se anticipan tensiones con el gobierno mexicano debido a los escasos resultados en el combate al narcotráfico y las amplias zonas controladas por grupos criminales. Si Trump decide clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, podría abrir la puerta a incursiones militares estadounidenses en territorio mexicano.
En el ámbito internacional, su cercanía con Vladimir Putin podría facilitar la suspensión de hostilidades en Ucrania. Sin embargo, este escenario probablemente implicaría que Rusia mantenga los territorios ocupados desde el inicio del conflicto, estableciendo un nuevo orden mundial en el que Rusia, China y Estados Unidos se dividan esferas de influencia, relegando a Europa a un papel marginal en el poder global.
Los desafíos que traerá esta nueva era de Trump pronto comenzarán a hacerse sentir.
Tiempos tormentosos
José Luis Elizondo T.
10-ene-
Iniciamos el 2025 con presagios de tiempos tormentosos para el mundo. La era de la globalización y del incremento del comercio global están en riesgo ante el escenario de que políticos nacionalistas y proteccionistas están llegando al poder en diversos países del mundo, quienes, en su búsqueda de un supuesto mejor futuro para la economía doméstica, están cerrando sus fronteras al comercio, -a través de la imposición de aranceles- y combaten la migración.
El inminente regreso de Donald Trump a la presidencia en los Estados Unidos y la inesperada renuncia del Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, sumados al repunte enlas encuestas del Partido Conservador en ese país, será determinante para el futuro del T-MEC.
Trudeau pertenece a una generación de líderes políticos con tendencias liberales o progresistas que actualmente se encuentran en retroceso en distintas regiones del mundo, ante el avance de liderazgos conservadores, nacionalistas, proteccionistas e incluso,demagógicos.
La posibilidad de imponer políticas proteccionistas en ambos socios comerciales de México, así como las tensiones que sostienen China y Rusia contra las economías de occidentes, pronostican una desaceleración del comercio internacional, lo que además de impactar de forma negativa a los mercados emergentes, ya que la imposición de aranceles encarecerá los productos y reducirá la competitividad de los mercados globales.
Otro efecto negativo de las prácticas proteccionistas y las políticas nacionalistas tienen que ver con el aumento de tensiones entre países. Estas disputas comerciales por el control de mercados, como es el caso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, podrían derivar en tensiones militares en regiones estratégicas, como Medio Oriente, o agravar el conflicto entre Rusia y los países de la OTAN en sus fronteras.
En el ámbito migratorio, las oleadas de migrantes hacia Estados Unidos podrían quedar varadas en Méxicio; si a este escenariosumamos las deportaciones masivas que el presidente electo de Estados Unidos ha anunciado, ocasionarían una crisis humanitaria sin precedentes en nuestro país, y detonarían violaciones persistentes a los derechos humanos en los centros de detención migratoria.
Estas condiciones podrían ser el gérmen de un nuevo orden mundial, donde las políticas públicas globales sean remplazadas por un exacervado nacionalismo y un enfrentamiento entre naciones, dejando atrás la cooperación multilateral.
Esperemos que este 2025, a pesar de los desafíos señalados, la humanidad fortalezca las relaciones internacionales para combatir problemas comunes como el cambio climático entre otros. También confiemos que las nuevas generaciones logren superar el aislamiento y la fragmentaciíon que amenazan al mundo.
Apoyemos, como ciudadanos, la formulación de políticas inclusivas, la solidaridad internacional y el sano equilibrio entre los intereses domésticos y la responsabiliodad global.
Hacia un nuevo modelo económico
José Luis Elizondo Treviño
15-dic
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, que como sabemos es la economía más grande del planeta, podría marcar el inicio de un viraje en el modelo económico que gradualmente se implantará, dejando atrás el neoliberalismo a ultranza para transitar hacia modelos más proteccionistas.
Las tensiones políticas entre Estados Unidos y China, una de las economías más consolidadas en las últimas décadas, así como la creciente concentración económica y la desigualdad en la distribución de la riqueza en gran parte del mundo, han llevado a algunos gobernantes a proponer esquemas que incentiven el consumo interno. Esto incluye la aplicación de aranceles a las importaciones para proteger la industria nacional, lo que implica la implantación y el desarrollo de un modelo económico híbrido, donde el comercio global se mantenga, pero no a costa de la desaparición de las industrias locales. Este enfoque apuesta por políticas más proteccionistas del mercado interno.
El neoliberalismo, entendido como un modelo económico basado en la liberalización de los mercados, la reducción del papel del Estado en la economía y la promoción del comercio y la inversión globales, ha generado tanto beneficios como desafíos. Uno de los aspectos más debatidos es su impacto en las desigualdades económicas. Los defensores del neoliberalismo argumentan que, para distribuir la riqueza, primero hay que generarla. Sin embargo, los datos del Banco Mundial sobre la generación de riqueza muestran un incremento significativo en el Producto Interno Bruto Mundial (PIB), el cual, en 1990, fue de aproximadamente 22 billones de dólares a precios actuales, mientras que para 2024 se estima que alcanzará cerca de 108 billones de dólares. Este crecimiento ha sido impulsado por el desarrollo económico global, especialmente en economías emergentes y en mejoras tecnológicas y de servicios.
No obstante, aunque la riqueza mundial casi se ha cuadruplicado en ese periodo, la reducción de la pobreza extrema no ha seguido el mismo ritmo. En 1990, aproximadamente 1,900 millones de personas vivían en pobreza extrema; tras la pandemia de COVID-19, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se calcula que 1,100 millones de personas siguen en esta condición, concentradas principalmente en África, Asia y Latinoamérica. Mientras que la riqueza se cuadruplicó, la pobreza extrema solo se redujo en un 42%.
Los gobiernos deberán encontrar un equilibrio entre la creación de riqueza y su distribución entre los segmentos más vulnerables de la población. En este sentido, los apoyos económicos directos para los grupos de población vulnerables pueden ser una solución temporal, pero no los apoyos universales. Una mejor alternativa sería fomentar la creación de fuentes de empleo sustentables y respetuosas con el medio ambiente, es decir, que no generen emisiones de carbono, permitiendo así a más personas salir de la pobreza.
El resultado podría ser un sistema híbrido que combine principios de mercado con un mayor grado de intervención estatal y proteccionismo, reflejando un equilibrio entre la integración global y la autonomía nacional. Este enfoque podría ofrecer una vía sostenible para abordar las desigualdades y construir economías más resilientes, amigables con el medio ambiente y con una mejor distribución para que pueda erradicar la pobreza extrema.
Virajes de la democracia
Por José Luis Elizondo T.
9-dic
La democracia moderna, cuyo origen se remonta a finales del siglo XVIII en los Estados Unidos, ha pasado por etapas de consolidación y retroceso a lo largo de la historia.
Durante décadas, el número de países con sistemas democráticos en el mundo no superaba los 40. Sin embargo, en 1974 comenzó la tercera ola de democratización con la Revolución de los Claveles en Portugal, movimiento que derrocó la dictadura autoritaria liderada por António de Oliveira Salazar y su sucesor, Marcelo Caetano.
Este evento marcó el inicio de la transición democrática en Portugal e inspiró a ciudadanos de otros países a continuar con esta ola democratizadora. Ejemplos notables incluyen a España, tras la muerte del dictador Francisco Franco; Grecia, con la caída del régimen de los "Coroneles"; varios países de Europa del Este, como Alemania Oriental, Polonia, Hungría y Rumanía, junto con la pacífica Revolución de Terciopeloen Checoslovaquia. La disolución de la Unión Soviética y la independencia de los países bálticos, la tercera ola terminó finalmente, con la independencia de Timor Oriental.
En 2010, otra ola democratizadora sacudió al mundo con la Primavera Árabe, impulsada principalmente por las redes sociales y una juventud deseosa de cambios. Países como Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Siria y Baréin experimentaron protestas y transformaciones en sus sistemas de gobierno.
De acuerdo con el Índice de Democracia Global 2023, de los 167 países analizados, Solo 24 países (8% de la población mundial) son democracias plenas. 50 países son democracias defectuosas, entre ellos Estados Unidos, mientras que los 93 países restantes se dividen entre regímenes híbridos y autoritarios. México se clasifica como una democracia híbrida.
El informe también concluye que en 2023 disminuyó el número de democracias, mientras varios países, como Venezuela y Nicaragua, regresaron a prácticas autoritarias.
En México, hemos transitado de una democracia con partido hegemónico, dominado por el PRI, hacia una democracia plural. No obstante, hemos vuelto al dominio de un partido hegemónico, esta vez representado por Morena.
El principal enemigo de las democracias son los propios ciudadanos, quienes, influenciados por la desinformación en redes sociales, la persistente desigualdad económica y la corrupción, terminan apoyando gobiernos autoritarios que implementan políticas clientelares similares a las de las décadas de 1960 y 1970 en nuestro país, que creíamos haber superado.
Construir una democracia es un proceso largo y complicado, pero destruirla puede ser alarmantemente fácil. Por ello, como ciudadanos, tenemos el deber ineludible de protegerla y consolidarla.
La desaparición de los órganos autónomos
... y el ocaso de los contrapesos democráticos
José Luis Elizondo T.
La reciente aprobación en el Senado de la desaparición de la mayoría de los órganos constitucionalmente autónomos representa un grave retroceso para la democracia mexicana. Con esta medida, se debilitan los contrapesos que históricamente han equilibrado el poder en el gobierno federal, marcando un punto crítico en el proceso de centralización y autoritarismo.
Desde hace tiempo, el Congreso de la Unión ha dejado de ser un contrapeso efectivo al Ejecutivo. Esta dinámica se consolidó cuando las autoridades electorales permitieron la sobrerrepresentación artificial de Morena en la Cámara de Diputados, garantizando así la mayoría calificada. En el Senado, las presiones políticas y las amenazas, respaldadas con presuntas carpetas de investigación en la Fiscalía General de la República, lograron el mismo objetivo.
Esta sumisión legislativa fue clave para aprobar reformas que minaron la independencia de los poderes. Entre ellas, destaca la que debilitó al Poder Judicial, el cual en diferentes ocasiones emitió fallos que declararon inconstitucionales algunas reformas promovidas desde Palacio Nacional. Por eso, esta medida legislativa parece más un acto de revancha que de justicia, con el claro propósito de someter a una de las últimas instituciones independientes.
Ahora, la desaparición de órganos clave como el INAI, el IFT, la CRE, la CNH, el CONEVAL y MEJORAEDU, entre otros, profundiza el debilitamiento institucional. Estos organismos no solo garantizaban transparencia, eficiencia y neutralidad en áreas estratégicas, sino que representaban la voz de sectores diversos en la toma de decisiones gubernamentales.
Al eliminarlos, se consolida un régimen donde las opiniones contrarias al oficialismo son descartadas, y se erosiona la confianza ciudadana en el Estado. Este movimiento no solo representa una pérdida para la democracia mexicana, sino también un golpe a los principios de transparencia y rendición de cuentas.
La gobernabilidad actual enfrenta una paradoja inédita en los tiempos modernos; dos figuras ejercen simultáneamente el poder ejecutivo. Por un lado, la presidenta Claudia Sheinbaum, legítimamente electa. Por otro, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien continúa ejerciendo una influencia determinante sobre las decisiones legislativas.
El control que López Obrador mantiene sobre los líderes parlamentarios de Morena subordina la gestión de la actual mandataria, generando un ambiente de incertidumbre política. Esta dualidad de poder amenaza con desestabilizar la gobernabilidad democrática y consolidar un modelo político donde las decisiones se toman desde fuera del ámbito constitucional.
Es momento de que los líderes de Morena en el Congreso reflexionen sobre su papel histórico. No se puede seguir alimentando un culto a la personalidad, especialmente cuando las decisiones adoptadas afectan la democracia y la economía nacional. La centralización del poder y la hostilidad hacia sectores productivos y generadores de empleo son estrategias que, lejos de beneficiar al país, profundizan las desigualdades y frenan el crecimiento económico.
México no puede permitirse un “presidente en la sombra”. López Obrador debe ceder completamente el control a la presidenta en funciones y reconocer el término de su mandato. Continuar gobernando desde su rancho no solo desacredita a su sucesora, sino que compromete el futuro democrático del país.
La desaparición de los órganos autónomos y el sometimiento del Congreso al ex presidente son síntomas de un sistema político que retrocede hacia el autoritarismo. Si queremos preservar la democracia y fortalecer nuestras instituciones, es fundamental reconocer la legitimidad de la actual presidenta y construir un gobierno basado en la independencia de los poderes, la transparencia y el respeto al Estado de derecho.
Como nación, debemos optar por el camino de la democracia, rechazando cualquier intento de perpetuar liderazgos personales que solo nos alejan del progreso y la estabilidad.
La nueva era Trump y la soberanía de México
José Luis Elizondo T.
15-nov
Los norteamericanos eligieron a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos durante el próximo cuatrienio. Más allá de las críticas al sistema electoral que le permitió al candidato republicano alzarse con la victoria, lo la relación bilateral entre México y el poderoso socio comercial del norte se perfila como un escenario de conformtación entre dos estilos de populismos, el de derecha, representado por Trump, y el de izquierda, instaurado por López Obrador y continuado por su sucesora, Claudia Sheinbaum.
Desde luego, será una lucha desigual. Por una parte la de la primer economía mundial; por el otro, un México debilitado económicamente, que carga con una deuda pública que ha alcanzado niveles alarmantes, a pesar de la “austeridad republicana” con más de 6.6 billones de dólares, lo que representa ya un alarmante 51.2 por ciento del PIB nacional.
Otra diferencia es la forma de negociar. Trump, conocido por su enfoque beligerante, negocia con amenazas, como la imposición de aranceles, o inclusive la intervención contra los cárteles que trafican con fentanilo. A esto se suma su conocido carácter misógino, que podría ser un ingrediente adicional en su trato personal con la presidenta mexicana.
Una señal de las tensiones que se avecinan se desprenden de las recientes declaraciones del Embajador Kent Salazar, quien afirmó que López Obrador ignoró reiteradamente las solicitudes del presidente Biden en materia de seguridad, calificando la política de “abrazos, no balazos” como un fracaso que dejó un saldo histórico de homicidios dolosos en el país. Con ello no solo se debilitó la cooperación bilateral, sino que también distanció a México de su principal socio comercial.
En contraste, López Obrador buscó alianzas con regímenes autoritarios como Cuba, Venezuela y Nicaragua, cuyos beneficios para México han sido cuestionados.
En un mundo donde las economías está estrechamente interconectadas, la soberanía no se limita al control fronterizo, en especial si es nuestra frontera norte, una de las más activas del mundo en el intercambio de mercancías y tránsito de personas.
Insistir en una narrativa obsoleta y trasnochada de soberanía que rechaza cualquier colaboración externa, puede llevarnos a repetir errores del pasado. No se trata de permitir injerencias, sino de aprovechar las oportunidades que ofrece una relación bilateral fuerte y justa. Ignorar este contexto para buscar alianzas con países en crisis económica y social es una apuesta peligrosa; solo hay que ver cómo les va a los cubanos, nicaragüenses o venezolanos.
Distanciarnos de la primera economía del mundo sería un grave error. Es imperativo que la presidenta Sheinbaum evite replicar el guion trazado por su antecesor desde Palenque o, peor aún, por líderes de otras latitudes con agendas contrarias a nuestros intereses.
Es alentador que la presidenta haya confirmado su asistencia a la Cumbre de Líderes del G20 en Río de Janeiro,un espacio que su predecesor desairó en repetidas ocasiones. Este gesto puede marcar un cambio hacia una política exterior más abierta y exitosa.
México está ante una encrucijada histórica. La relación con Estados Unidos, liderado nuevamente por Trump, será un desafío monumental que requerirá inteligencia, estrategia y, sobre todo, unidad nacional. Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de marcar un antes y un después en nuestra política exterior, dejando atrás las posturas polarizantes de su antecesor para construir un puente sólido con nuestros socios del norte.
El camino no será fácil, pero si la presidenta apuesta por una diplomacia firme, inteligente y pragmática, México podrá avanzar hacia una relación bilateral basada en el respeto mutuo y el beneficio compartido. Más que resistir al embate de Trump, el reto será demostrar que México tiene la capacidad y el liderazgo para defender su soberanía sin renunciar al desarrollo.
En un mundo que exige cooperación para resolver problemas globales, la política de aislamiento no tiene cabida. Lo que está en juego no es solo nuestra relación con Estados Unidos, sino el futuro de un país que merece mejores oportunidades y un lugar destacado en el escenario global. La era Trump no debe ser una amenaza insuperable, sino un llamado a la acción para un México más fuerte y unido.
Martes negro
José Luis Elizondo Treviño
El pasado martes 5 de noviembre quedará en la memoria de la mayoría de los mexicanos como un día sombrío para nuestro país, marcado por dos acontecimientos con repercusiones de amplio alcance para México. En un giro controversial, y con el cambio repentino de opinión del Ministro Alberto Pérez Dayán, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación desestimó el proyecto del Ministro Luis González Alcántara, cuyo objetivo era atender la acción de inconstitucionalidad promovida por partidos de oposición en contra de la reciente reforma judicial. Al mismo tiempo, en Estados Unidos, el candidato republicano Donald Trump obtuvo una victoria contundente en las elecciones presidenciales, lo cual presenta una realidad inquietante para la relación bilateral y los intereses de México.
El rechazo al proyecto del Ministro González Alcántara revela las posibles amenazas que se han dado en el órgano máximo de justicia del país. El proyecto buscaba revisar las nuevas disposiciones de la reforma judicial que, según la oposición, vulneran principios constitucionales básicos, como la autonomía y la imparcialidad del Poder Judicial. La decisión del Pleno de no dar curso a esta revisión suscita una serie de cuestionamientos en la opinión pública, que tienen que ver con la inminente sumisión del Poder Judicial ante el poder político.
La independencia de los poderes es esencial en cualquier democracia, y el fallo del Pleno podría representar un grave precedente de sumisión a los intereses del Ejecutivo. El principio de separación de poderes, piedra angular de la democracia moderna, se ve comprometido en este momento crítico, y la consecuencia más inmediata es la pérdida de confianza de la ciudadanía en la imparcialidad de la Suprema Corte.
En un segundo evento de gran impacto, la reelección de Donald Trumpcomo presidente de Estados Unidos representa un escenario complejo para México. Trump ha sido un crítico constante de las políticas migratorias y comerciales de nuestro país, impulsando medidas de presión como la construcción de un muro fronterizo y la imposición de aranceles. Su victoria, que demuestra el resurgimiento de fuerzas ultraconservadoras en el vecino país, proyecta una sombra de incertidumbre sobre la relación bilateral que implica numerosos temas de interés para los mexicanos.
En su primer mandato, Trump empleó su retórica para estigmatizar a los inmigrantes mexicanos y desincentivar la cooperación binacional. Aún estápor verse si esta postura se mantendrá en su segundo mandato, pero todo parece indicar que el endurecimiento de las políticas migratorias, el comercio, y las políticas laborales regresarán a la mesa, poniendo en peligro a las comunidades y empresas mexicanas que dependen de una relación estable y de respeto mutuo entre ambos países.
La confluencia de estos dos eventos plantea un desafío profundo. La Suprema Corte, con su fallo, ha suscitado dudas sobre su función como garante de la Constitución y protector de los derechos de los mexicanos. Mientras tanto, la victoria de Trump refuerza la idea de que México necesita una política exterior fuerte, que defienda sus intereses y que, al mismo tiempo, procure soluciones justas en temas de migración, comercio, y derechos humanos.
En este contexto, se supone que la mejor arma para defender a México es el Poder Judicial, pero la traición del Ministro Pérez Dayán, dejarán a nuestro país en el limbo jurídico ante grandes presiones del próximo presidente norteamericano
En un contexto como este, se hace imperativa la fortaleza de nuestras instituciones. México necesita un Poder Judicial robusto y autónomo, así como una política exterior pragmática y estratégica que aborde los desafíos planteados por el nuevo gobierno estadounidense. Es hora de que nuestros líderes actúen con visión y firmeza, no solo para enfrentar las tormentas externas, sino también para construir un sistema de justicia y una relación internacional que verdaderamente sirvan a los intereses de los ciudadanos, y no al interés personal del ex presidente.
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