- José Luis Elizondo T.
- 2 may
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José Luis Elizondo Treviño
2-mayo...Según un informe de Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, publicado hace un año en el portal del organismo, esta región es la más violenta del planeta, con una tasa de homicidios dolosos diez veces superior a la de Asia. Aunque alberga solo el 9% de la población mundial, aquí ocurre un tercio de los homicidios globales.
Esta situación se ha agravado desde el año 2000, generando un aumento en la migración forzada y profundizando las desigualdades sociales, lo que a su vez alimenta un círculo vicioso en el tema de laviolencia.
“El crimen y la violencia obligan a los gobiernos a desviar recursos de desarrollo hacia seguridad. La violencia erosiona el capital humano, distorsiona el mercado laboral y debilita la productividad de las sociedades”, explica Jaramillo en el informe.
Hace décadas, México se alarmaba al superar los mil homicidios anuales. Sin embargo, en 2024, la cifra alcanzó 30,057 asesinatos dolosos, según datos oficiales.
El crimen organizado ya no se limita al narcotráfico; ahora abarca extorsión, trata de personas, tráfico de migrantes, control territorial y cobro de piso en carreteras y centros productivos.
Es positivo que el gobierno federal haya abandonado la política de ‘abrazos, no balazos’. Para recuperar la seguridad, el Estado debe fortalecer su capacidad de control sobre la criminalidad. Solo así México podrá atraer inversión productiva, reducir desigualdades y garantizar un futuro más seguro para las generaciones presentes y futuras.
Revertir esta crisis exige más que medidas reactivas; requiere una estrategia integral que combine seguridad, justicia eficaz y políticas sociales inclusivas.
El costo de la inacción es claro. Más migración forzada, economías paralizadas y sociedades fracturadas. América Latina, y México en particular, enfrentan una disyuntiva histórica: o rompen el círculo vicioso de la violencia con instituciones sólidas y cooperación internacional, o arriesgan décadas de retroceso en desarrollo humano.
La seguridad no es solo ausencia de balazos; es la base para construir sociedades donde el futuro no se mida en el número devíctimas, sino en oportunidades.
El tratado de aguas México-USA
José Luis Elizondo T.
23-abril-En 1944, en pleno contexto de posguerra y con la urgencia de garantizar el desarrollo agrícola y urbano de las regiones fronterizas, México y Estados Unidos firmaron un tratado que reguló el uso y distribución de las aguas internacionales de los ríos Bravo y Colorado. Este tratado, aún vigente, estableció las bases para un intercambio binacional que ha permitido, durante ocho décadas, cierta estabilidad en el manejo compartido de un recurso tan vital como escaso, como es el agua.
De acuerdo con el tratado, México debe entregar a Estados Unidos un promedio anual de 431 millones de metros cúbicos del río Bravo, mientras que Estados Unidos se compromete a proporcionar a México 1,850 millones de metros cúbicos del río Colorado cada año. A lo largo del tiempo, este acuerdo ha sido considerado un ejemplo de diplomacia hídrica que, pese a las tensiones, ha evitado conflictos mayores y ha dado certeza jurídica a ambos países.
Sin embargo, las condiciones naturales, sociales y climáticas han cambiado radicalmente desde 1944. La presión sobre los recursos hídricos ha aumentado de forma alarmante debido al crecimiento poblacional, la expansión agrícola, la sobreexplotación de los mantos acuíferos, la contaminación y, sobre todo, la crisis generada por el cambio climático.
Hoy, el agua ya no fluye como antes. Las sequías son más frecuentes y prolongadas; los caudales de los ríos han disminuido y los compromisos establecidos hace 80 años se han vuelto cada vez más difíciles de cumplir.
Esto ha generado tensiones entre ambos países, especialmente cuando México enfrenta dificultades para cumplir sus entregas en los ciclos quinquenales establecidos. Las comunidades del norte del país, particularmente en Chihuahua y Tamaulipas, resienten estas obligaciones, pues dependen de esas aguas para sus cultivos, su economía y su vida cotidiana. No se trata solamente de un problema técnico o diplomático, sino de un asunto de justicia hídrica y de derechos humanos.
Incluir en este tratdo el agua almacenada en las presas El Cuchillo y Marte R. Gómez, no estaba considerada en el convenio de hace 80 años, pero para cumplir con sus obligaciones, nuestro país ha recurrido a los embalses de estas presas.
La Marte R Gómez es fundamental para distrito de riego 026. Su uso agrícola es indispensable para mantener la economía de esa región; mientras que el agua de El Cuchillo es utilizada principalmente para satisfacer el consumo humano en Nuevo León.
¿Es funcional el tratado de 1944? La respuesta es compleja. Como marco legal, sigue siendo una herramienta útil y vigente. Pero operativamente, el tratado necesita ser actualizado. Requiere una revisión integral que contemple la nueva realidad climática, que incorpore criterios de sostenibilidad ambiental, que fortalezca los mecanismos de cooperación técnica y que garantice la participación activa de las comunidades afectadas. No podemos seguir operando con parámetros del siglo pasado para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Actualizar el tratado no significa renunciar a sus logros, sino darles continuidad. No se trata de romper con el pasado, sino de adaptarlo al presente para asegurar el futuro. En esta coyuntura, México debe asumir una postura firme pero propositiva, exigiendo corresponsabilidad a Estados Unidos y promoviendo un nuevo acuerdo que no solo reparta el agua, sino que preserve su existencia.
Una renegociación del tratado debe incluir aspectos básicos como las prolongadas sequías y el cambio climático. Se dice que el río Colorado, vital para Baja California y Sonora, está en crisis, con reducciones drásticas en su caudal; mientras que el río Bravo, ha acumulado déficits en sus entregas debido a la escasez del vital líquido que fluye por su caudal.
Debe considerar la contaminación, regulando la calidad del agua. Ejemplo de ello es la contaminación del Río Tijuana, que afecta a comunidades en ambos lados de la frontera, así como la salinidad del Colorado, que perjudica a los agricultores mexicanos.
Debe incluir mecanismos de adaptación climática, que contemple las temporadas de sequía, normas más estrictas para evitar la contaminación, promover el uso de tecnologías de riego eficientes con un enfoque en la sustentabilidad, además de promover la participación de comunidades locales, cuyas voces han sido marginadas en las decisiones técnicas que determinan el uso del agua.
El agua no reconoce fronteras. Su cuidado tampoco debería hacerlo. En tiempos de escasez, la cooperación y la visión a largo plazo son más necesarias que nunca; porque al final del día, lo que está en juego no es un tratado, sino nuestra capacidad de sobrevivir juntos en un planeta cada vez más afectado por el cambio climático.
“Es la economía, estúpido”
José Luis Elizondo Treviño
10-abril Durante la primera campaña presidencial de Bill Clinton, en 1992, colocó un cartel en su sala de estrategia que decía: “Es la economía, estúpido”. El mensaje era claro, lo que exigían los estadounidenses era una economía abierta, en crecimiento, que generara empleos y bienestar para la ciudadanía.
Clinton supo interpretar correctamente el sentir del electorado y, gracias a ello, encabezó el período de expansión económica en tiempos de paz más prolongado en la historia de Estados Unidos.
Tres décadas después, el presidente Donald Trump parecería ir en sentido contrario. Al imponer aranceles sin una lógica clara a los mercados que se le antojaban, comenzó a afectar seriamente los intereses económicos de su propio país. Las grandes empresas vieron desplomarse su valor accionario en las bolsas de valores alrededor del mundo.
La política arancelaria de Trump no solo incrementó los precios de los productos de consumo en Estados Unidos, generando presiones inflacionarias, sino que también ha motivado a la Reserva Federal a considerar aumentos en las tasas de interés. Las consecuencias negativas de esta política se han sentido tanto en el mercado bursátil como en el cambiario.
Si el presidente estadounidense persiste en negociar con el resto del mundo con el garrote de los aranceles en la mano, pronto impactaría directamente en las cadenas de suministro globales, elevando los costos de insumos clave para industrias estratégicas como la tecnológica y la automotriz. Esto podría generar un efecto dominó en múltiples sectores, ya que ambas industrias dependen de una red de proveeduría sumamente amplia.
A mediano plazo, los aranceles provocarían una reconfiguración de las cadenas de suministro. Las empresas se verían obligadas a diversificar proveedores o trasladar operaciones a países exentos, si quedase alguno, o bien incrementar su producción dentro de Estados Unidos, con el consiguiente aumento en los costos laborales.
Sin embargo, no todas las empresas tienen la capacidad para adaptarse rápidamente, ya sea por falta de capital o de tiempo. Esto podría derivar en una desaceleración económica global, con una contracción de las exportaciones y de la inversión extranjera directa, afectando el empleo en sectores clave para países como el nuestro, particularmente en el ámbito manufacturero.
A largo plazo, el sistema comercial global se colapsará, dando paso a esquemas regionales, lo que afectaría especialmente a las economías emergentes.
Si Trump no rectifica su política arancelaria, China y Rusia podrían consolidar alianzas estratégicas para eliminar barreras comerciales con el resto del mundo, excluyendo a Estados Unidos. Entonces, como decimos en mi tierra, Estados Unidos se estaría dando “un balazo en el pie”, dejando atrás el imperio económico que ha ostentado por más de un siglo.
Alguien en la Casa Blanca debería colgar un nuevo letrero en la Oficina Oval que diga: “Es la economía, estúpido”.
El Rancho Izaguirre y la red de macabras complicidades
José Luis Elizondo T.
27-mar El macabro descubrimiento que llevó a cabo el grupo “Guerreros Buscadores de Jalisco” en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán Jalisco, solo confirma una realidad que todos conocemos, que en México se padece de una crisis humanitaria en materia de desaparición de personas.
Las cifras oficiales, publicadas en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas son sumamente desoladoras. Hasta el 26 de marzo de este año 125,916 personas siguen sin localizarse, a los que habría que sumar otras 17,860 personas encontradas sin vida.Solo del 25 al 26 de marzo, se agregaron 142 nuevos registros de personas desaparecidas y no localizadas.
El campo de reclutamiento, o de exterminio, o como quieran llamarlo la fiscalía de Jalisco y la Fiscalía General de la República, no se puede ocultar la impunidad que impera en este país.
Recientemente el periódico El Sur, que se publica en el estado de Guerrero, reveló que decenas de jóvenes fueron reclutados por la autoridad laboral guerrerense, en colaboración con las alcaldías de Acapulco y Chilpancingo, con la promesa de brindarles capacitación laboral y otorgarles una visa de trabajo en Estados Unidos.
Los enviaban a supuestas “capacitaciones” a ranchos de Jalisco y Guanajuato, pero en realidad, quiero creer que sin tener conocimiento del destino que les esperaba a estos jóvenes, ávidos de obtener un buen trabajo, terminaron siendo forzados a engrosar las filas del Cartel Jalisco Nueva Generación.
Quienes no servían para empuñar un arma o no tenían la capacidad de vivir en constante zozobra, los descartaban. Pero en este infierno no había la opción de renunciar; simplemente fueron sacrificados.
No es casualidad que el Estado de Jalisco sea uno de los que más personas desparecidas tienen registradas.
La imagen de nuestro país en el exterior está terriblemente deteriorada ante el hallazgo de esos campos de exterminio, que no son exclusivos de Jalisco, sino un problema nacional.
Esta tragedia también es consecuencia de la fallida política de “abrazos, no balazos” del sexenio anterior. Es de esperarse que el gobierno de la Presidenta Sheinbaum, con el apoyo de la inteligencia estadounidense, logre combatir a los grupos criminales que han convertido al territorio nacional un enorme panteón.
Educación de calidad, una urgente necesidad
José Luis Elizondo T.
La historia ha demostrado que las naciones que invierten en educación cosechan desarrollo, democracia y estabilidad. En cambio, aquellas que descuidan la calidad educativa siembran desigualdad, dependencia y fragilidad institucional. En los tiempos que vivimos, donde la desinformación prolifera y el pensamiento crítico se ve amenazado, la educación de calidad es más que un derecho, es una necesidad imperante.
En nuestro país hay dos poderosas organizaciones sindicales de maestros, el SNTE, sindicato oficialmente reconocido y predominante en el país, y la CNTE, que tiene fuerte presencia en Ciudad de México y estados del sureste.
Ambas organizaciones utilizan métodos de negociación diferentes, siendo la CNTE la más confrontativa al utilizar los bloqueos y plantones en cualquier época del año para conseguir canongías del gobierno federal. Ambas organizaciones tienen la finalidad de proteger al magisterio, pero no les preocupa mejorar la calidad de la educación que se imparte, sino mejorar sueldos y prestaciones.
Sin educación de calidad nuestro futuro estárá comprometido. El ejemplo de Corea del Sur y Singapur, dos de las naciones que en pocos años lograron un evidente progreso gracias a la educación es digno de estudiarse. Tienen una sociedad con menos desigualdad y con economías sólidas, además de hacer valer siempre el estado de derecho y evitar la impunidad.
Hoy, gracias al impacto de las redes sociales en los niños adolescentes y jóvenes, estamos presenciando lo que podría llamarse un "apocalipsis de la inteligencia". Un mundo en el que las mentiras se convierten en verdad a base de repeticiones, en el que el conocimiento es desplazado por la opinión, y en el que la ignorancia se vuelve una herramienta de manipulación política. La educación, en su esencia, no solo debe proveer información técnica o memorística, sino formar ciudadanos con capacidad de análisis, discernimiento y razón. Sin estos elementos, la sociedad queda expuesta a los caprichos de los demagogos.
La ignorancia es el mejor combustible del populismo. Cuando una población no tiene acceso a una educación de calidad, es más susceptible a discursos simplistas que ofrecen soluciones fáciles a problemas complejos. El populismo, tanto de izquierda como de derecha, se alimenta de la desesperación y de la falta de herramientas críticas en la ciudadanía. En este contexto, los datos objetivos, los análisis profundos y el debate informado quedan relegados ante la emotividad y la polarización.
Aún más grave es que la ignorancia se convierta en el "caballo de Troya" de la democracia, al introduciese silenciosamente en la sociedad, debilitando sus bases hasta que, llegado el momento, permite la irrupción de regímenes autoritarios o incompetentes. Sin una población educada que exija transparencia, rendición de cuentas y un gobierno eficiente, las instituciones democráticas se erosionan poco a poco, hasta volverse inútiles cascarones vacíos.
Invertir en educación de calidad no solo es un compromiso moral, sino una estrategia de supervivencia para las democracias. Es imprescindible garantizar que las futuras generaciones tengan acceso a una formación integral, que fomente la reflexión y la responsabilidad ciudadana. La batalla por el conocimiento es, en esencia, la batalla por la libertad y el futuro de nuestras sociedades.
Holocausto a la mexicana
José Luis Elizondo T.
Creí que las terribles imágenes que nos estremecieron durante la Segunda Guerra Mundial, con el Holocausto perpetrado por el ejército nazi para exterminar a los judíos, no las volvería a ver. Aquella guerra dejó decenas de millones de muertos, entre ellos cerca de seis millones de judíos, y marcó indeleblemente a la humanidad al mostrar la capacidad de destrucción y muerte de quienes, desprovistos de la más mínima humanidad, se asemejan más a bestias irracionales.
Cada año, el pueblo judío recuerda las atrocidades cometidas en los campos de exterminio, donde sus antepasados murieron de manera horrenda. Nombres como Auschwitz, Treblinka, Belzec y otros más, son sinónimos de muerte y exterminio masivo. Este recuerdo tiene un propósito claro: evitar que la humanidad repita semejantes crímenes.
Sin embargo, en México, las bandas criminales no solo han copiado ese modelo, sino que lo han "perfeccionado".
Recientemente, los colectivos de búsqueda de personas, que operan sin el mínimo apoyo gubernamental, han hecho descubrimientos macabros en varios estados del país.
En Teuchitlán, Jalisco, cientos de zapatos y prendas de vestir pertenecientes a jóvenes desaparecidos fueron hallados. Cerca de allí, se encontraron calaveras, huesos y cuerpos mutilados de jóvenes que, tras ser reclutados, fueron asesinados por negarse a participar en las operaciones criminales.
Posteriormente, en Tamaulipas, se localizaron 14 montículos en una superficie de 60 metros cuadrados, con restos óseos humanos calcinados, esparcidos en un diámetro aproximado de 70 centímetros cada uno. Y, hace algunas horas, en el estado de Guerrero, se descubrió un nuevo campo de reclutamiento y exterminio.
Huesos calcinados, zapatos, bolsos, ropa y cartas de despedida son el rostro de un nuevo y terrible "holocausto" al estilo mexicano, que se vive actualmente en varias regiones del país. Al igual que ocurrió con los judíos, estas atrocidades dejan recuerdos de terror en cientos de familias que, como fantasmas, deambulan sin apoyo oficial en la búsqueda de un hijo, un hermano o un ser querido que tuvo la desgracia de caer en manos de las bandas del narcotráfico. No es casualidad que el presidente Trump haya declarado a estos grupos como terroristas.
Según la Comisión Nacional de Búsqueda del gobierno federal, desde 1952 hasta el 12 de marzo de 2025, se reportan en México 123,927 personas desaparecidas y no localizadas. Jalisco encabeza esta trágica lista, con más de 15,000 desaparecidos.
Estos hechos son un recordatorio sombrío de que, aunque el holocausto nazi quedó en el pasado, la capacidad humana para la crueldad y la barbarie sigue presente, ahora bajo nuevas formas y en diferentes contextos.
Aranceles, si o si.
José Luis Elizondo Treviño
7-marzo--No importó que nuestro país haya enviado 10 mil soldados a la frontera. Tampoco importó el envío de 29 capos de la droga a celdas norteamericanas, muchos de ellos con amparos vigentes para evitar la extradición.
No importó que la presidenta Sheinbaum tratara con pinzas diplomáticas al presidente Trump, ni las reuniones de alto nivel que sostuvieron en diversas ocasiones los funcionarios mexicanos y norteamericanos.
El día 4 de marzo, Trump aplicó los aranceles, como lo había anunciado, del 25 por ciento a todos los productos nacionales que se exporten a Estados Unidos.
Este arancel ya afectó las bolsas de valores y, desde luego, la paridad peso-dólar, encareciendo el billete verde. Lo que sigue es una espiral inflacionaria y un repunte de las tasas de interés, pero esto sucederá en ambas partes de la frontera.
Las dos economías sufrirán, sin duda; solo que la norteamericana es más sólida que la mexicana y se adaptará más rápido a las nuevas condiciones del mercado.
La respuesta de México debe ser similar: imponer aranceles a las importaciones de Estados Unidos en la misma proporción. Pero, además, debería iniciar una política de acercamiento comercial con Canadá para sustituir, en la medida de lo posible, las mercancías estadounidenses y exportar hacia allá nuestros productos.
Si bien la economía de Canadá no es como la norteamericana, ambos países pueden sentar las bases de un eventual crecimiento en sus mercados, además de fortalecer los intercambios comerciales con Europa.
La imposición de aranceles va a generar incertidumbre para los inversionistas extranjeros, que podrían reconsiderar invertir en nuestro país en sectores importantes para la actividad económica, como la industria automotriz, la tecnología y la manufactura avanzada. Ante las nuevas condiciones, podrían decidir trasladar sus operaciones a países con menores costos arancelarios.
Las micro, pequeñas y medianas empresas, que dependen de insumos importados, verán afectada su rentabilidad y su capacidad de competir, aunque en algunos casos los aranceles pueden incentivar el crecimiento de la industria nacional, al hacer más competitivo el producto local frente al importado.
El presidente norteamericano ha demostrado que, más que un negociador, es un tipo que busca a toda costa imponer su voluntad, independientemente de lo que ofrezcan sus contrapartes.
Con apenas unas cuantas semanas en el poder, Trump ha desestabilizado el mundo, teniendo a México como vecino y villano favorito, por el tema migratorio y el tráfico de drogas. Nos esperan cuatro años de incertidumbre total. ¿Tendrá la presidenta Sheinbaum el coraje, valor y paciencia para afrontar esta difícil etapa que nos espera?
Europa en crisis
José Luis Elizondo T.
El sorpresivo viraje de la política internacional de Washington puede ser el preludio de una crisis en Europa, y el anuncio de un conflicto de grandes dimensiones. Al abandonar su liderazgo en el continente,Washington ha desencadenado una serie de eventos que podrían tener consecuencias devastadoras al retirarse de la OTAN y alinearse con los designios de Moscú.
La propuesta de Estados Unidos de un cese al fuego en Ucrania, pero sin garantías de seguridad, reparación de daños ni la retirada de las tropas rusas de los territorios invadidos, representa una afrenta a Europa y un triunfo para la política expansionista de Vladimir Putin. Esta medida no solo debilita la posición ucraniana, sino que también envía un mensaje peligroso al Kremlin, que sus acciones militares no tendrán consecuencias significativas.
Donald Trump, por su parte, ha calificado de "dictador" al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, lo ha acusado de ser quien inició la guerra y ha exigido su renuncia. Además, ha planteado una exigencia sin precedentes, solicitando, a cambio del apoyo económico y militar que Ucrania ha recibido de Estados Unidos, Trump ha solicitado el 50por ciento del valor de los recursos naturales del país, incluyendo minerales, petróleo, gas y las denominadas "tierras raras", elementos químicos esenciales para industrias clave, como la militar. Esta demanda no solo es moralmente cuestionable, sino que también refleja una explotación descarada de un país en plena crisis.
La reciente reunión entre el Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en la ciudad árabe de Riad, ha sido interpretada por los analistas como una clara señal del sombrío futuro que aguarda a Ucrania. Lo más preocupante es que Ucrania ni siquiera fue incluida en estas negociaciones de paz, lo que subraya la marginación de sus intereses en un proceso que debería centrarse en su soberanía y seguridad.
Europa se encuentra en una encrucijada. Necesita con urgencia un líder fuerte que contenga las ambiciones expansionistas del Kremlin y que defienda a Ucrania del saqueo que tanto Trump como Putin parecen estar planeando, uno, apoderándose de los recursos naturales no renovables, y el otro, ocupando el 20 por ciento del territorio ucraniano. Sin una figura que encabece la defensa de los intereses europeos, el continente se arriesga a quedar a merced de las potencias que buscan redefinir el orden global a su favor.
El mundo observa con expectación lo que sucederá en los próximos meses. Si no se detiene esta escalada de acciones agresivas, se estará enviando un mensaje peligroso, que está permitido tomar por la fuerza lo que se desee. Moscú podría continuar su expansión hacia territorios que antes formaban parte de la extinta URSS, mientras que Washington ya ha mostrado interés en Groenlandia y el Canal de Panamá. Este escenario no solo amenaza la estabilidad de Europa, sino que también podría ser el germen de una nueva conflagración mundial.
Europa está sumida en una crisis de liderazgo. Si Washington le da la espalda, las consecuencias de una nueva invasión rusa a otro país vecino podrían ser catastróficas. Es urgente que el continente encuentre una voz firme y unificada que defienda sus intereses y prevenga un nuevo conflicto de proporciones globales.
Narcoterrorismo en México
José Luis Elizondo Treviño
Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva en la que declara como organizaciones terroristas a seis cárteles de la droga mexicanos: el Cártel Jalisco Nueva Generación, la Nueva Familia Michoacana, el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo, el Cártel del Noreste y la organización criminal Cárteles Unidos. Esta medida busca combatir la violencia y el narcotráfico que afectan tanto a México como a Estados Unidos, y refleja la creciente preocupación por el poder y el dominio y control de amplios territorios en el país, por parte de estos grupos criminales.
Con esta designación, el gobierno estadounidense adquiere facultades legales para emprender acciones militares en el extranjero contra estos cárteles. Aunque una intervención directa requeriría la autorización del Congreso de Estados Unidos, el uso de drones y operaciones encubiertas no está sujeto a las mismas restricciones. Esto plantea un escenario complejo para México, que podría ver comprometida su soberanía si no se toman medidas contundentes para enfrentar a estos grupos.
¿Son terroristas los cárteles mexicanos? La respuesta parece afirmativa si analizamos sus métodos. Los campos minados en Michoacán, los enfrentamientos armados en Sinaloa que han obligado a comunidades enteras a abandonar escuelas y trabajos, además, las familias han optado por resguardarse en sus casas desde las cinco o seis de la tarde, o la exhibición de la cabeza decapitada de un alcalde electo en Guerrero, son acciones que infunden terror en la población. Estas tácticas no solo buscan controlar territorios, sino también desestabilizar a las instituciones y sembrar el miedo como herramienta de control y dominación.
Ahora bien, los cárteles mexicanos no son simples organizaciones criminales; son estructuras altamente sofisticadas y bien armadas. Gran parte de su arsenal proviene de Estados Unidos, donde el tráfico de armas hacia México es un problema persistente. A cambio, los cárteles envían cargamentos de drogas que alimentan la crisis de adicciones en el país vecino. Este intercambio perverso ha permitido a los cárteles acumular un poderío militar que rivaliza con el de muchos ejércitos.
Además, estos grupos tienen presencia en varios países de América Latina e incluso operan en ciudades estadounidenses. Su capacidad para adaptarse y su acceso a tecnología avanzada los convierte en un enemigo formidable. No sería sorprendente que contaran con los medios para neutralizar los drones.
Ante esta situación, la colaboración entre México y Estados Unidos es indispensable. Las fuerzas armadas mexicanas, bajo el liderazgo de la Dra. Claudia Sheinbaum, tendrán que trabajar en estrecha coordinación con las autoridades estadounidenses para combatir el narcotráfico y el terrorismo que estos cárteles representan. Sin embargo, esta colaboración debe ser cuidadosamente gestionada para evitar que se perciba como una injerencia que atente contra la soberanía nacional.
México enfrenta un dilema. Si no actúa con firmeza, podría ser acusado de complicidad con los cárteles; pero si permite una intervención extranjera, podría verse vulnerado su derecho a la autodeterminación. Por eso es importante fortalecer las instituciones de seguridad locales, mejorar la inteligencia y la cooperación internacional, y atacar las raíces socioeconómicas que alimentan el narcotráfico.
El narcoterrorismo en México es una amenaza que trasciende fronteras y requiere soluciones integrales. La designación de los cárteles como organizaciones terroristas por parte de Estados Unidos es un llamado de atención urgente.
México debe actuar con determinación para evitar que esta crisis se convierta en un conflicto de mayores proporciones. La colaboración internacional es necesaria, pero siempre respetando la soberanía nacional y los intereses de los mexicanos.
Hacia un nuevo orden mundial
José Luis Elizondo Treviño
La llegada de un líder temperamental y pragmático a la presidencia de Estados Unidos marca el inicio de una profunda transformación en la geopolítica y la economía global. Su visión, orientada a la defensa de los intereses estadounidenses sin concesiones, está redefiniendo las alianzas internacionales y los equilibrios de poder en el mundo.
Uno de los primeros gestos simbólicos de esta administración ha sido decretar un cambio en el nombre del Golfo de México, pero sus ambiciones van mucho más allá. Ha manifestado su intención de adquirir Groenlandia y ha sugerido la posibilidad de incorporar a Canadá como un estado más de la Unión Americana. Llama la atención la aparente indiferencia del Palacio de Buckingham ante esta declaración, a pesar de que Canadá es un miembro clave de la Commonwealth y ha sido un dominio británico desde 1867.
Sin embargo, las decisiones de mayor impacto podrían afectardirectamente la estabilidad global. El presidente Trump ha anunciado un polémico plan para reubicar a la población palestina de la Franja de Gaza en Jordania y Egipto, una medida que, según algunas fuentes, ya ha sido aceptada por estos países bajo términos impuestos por Washington. Esta estrategia, lejos de resolver el conflicto, podría generar nuevas tensiones en Medio Oriente y reconfigurar, otra vez, el mapa político de la región.
Por otro lado, la guerra en Ucrania parece haber entrado en su fase final no por una victoria militar clara, sino por un acuerdo entre Estados Unidos y Rusia. Con el pretexto del agotamiento de la sociedad ucraniana y el desgaste político de Volodímir Zelensky, Trump ha decidido retirar el apoyo que la administración de Joe Bidenhabía proporcionado a Kiev. Este giro deja a Ucrania en una posición de extrema vulnerabilidad, permitiendo a Rusia consolidar su dominio sobre los territorios ocupados y cerrando prácticamente la puerta a una posible adhesión ucraniana a la OTAN. Para los ucranianos, este desenlace podría significar una amarga derrota, con el riesgo de que, en el futuro, resurjan conflictos aún más violentos.
Pero la política exterior de Trump no se limita a Europa del Este y Medio Oriente. Su administración ha intensificado la guerra comercial con China, ha reducido el respaldo a la OTAN y ha impuesto nuevos aranceles a productos importados, buscando reforzar la economía interna a expensas del comercio global. Además, ha reiterado su postura de alejarse de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, el Acuerdo de París y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, evidenciando un repliegue de Estados Unidos del multilateralismo.
Estamos ante una transformación del orden mundial. Mientras algunos ven en estas acciones un intento por devolver a Estados Unidos su hegemonía absoluta, otros advierten que podrían desatar una era de mayor inestabilidad y conflictos impredecibles. El tiempo dirá si este nuevo esquema traerá paz y seguridad en el planeta o si, por el contrario, será el preludio de nuevas crisis globales.
La República Bajo Amenaza
José Luis Elizondo Treviño
Desde que México se consolidó como una nación independiente, el sistema republicano que nos rige ha enfrentado constantes amenazas a lo largo de sus más de 200 años de historia. Estas amenazas han tomado diversas formas, desde golpes de Estado hasta intervenciones extranjeras, como la invasión del ejército estadounidense en el siglo XIX, que culminó con la pérdida de más de la mitad del territorio nacional.
Recientemente, hemos sido testigos de una nueva amenaza, esta vez desde el propio Palacio Nacional. La presidenta Sheinbaum decidió excluir a la Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, de la ceremonia oficial conmemorativa del 108 aniversario de la Constitución Política de México de 1917. El argumento esgrimido fue que la Ministra había faltado al respeto a los otros dos poderes. Sin embargo, la realidad es exactamente la contraria: ha sido el Legislativo y el Ejecutivo quienes han incurrido en una grosera e inconstitucional injerencia en los asuntos internos del Poder Judicial.
La Suprema Corte de Justicia es el máximo tribunal constitucional de México. Su función primordial es garantizar que las leyes y los actos de autoridad se ajusten a la Constitución y no vulneren los derechos humanos de las personas. Es la institución encargada de salvaguardar la Carta Magna, asegurar la separación de poderes, preservar el principio democrático y proteger los derechos fundamentales de todos los habitantes del país.
El Poder Judicial Federal tiene sus raíces en la promulgación de la Constitución de 1824. Toda república que se precie de serlo debe sustentarse en principios fundamentales como el respeto a la división de poderes, la soberanía popular, el Estado de derecho y la celebración de elecciones periódicas.
Excluir a uno de los poderes de la República no es propio de un gobierno que se autodenomine democrático y republicano. Por ello, resulta preocupante que la Ministra Presidenta Norma Piña, en su calidad de titular del Poder Judicial Federal, no fuera invitada a una ceremonia de tal relevancia. Es precisamente al Poder Judicial a quien corresponde velar por el cumplimiento del texto constitucional y del marco jurídico en general.
En un momento en que el país enfrenta el asedio de políticas comerciales por parte del gobierno estadounidense, la presidenta ha hecho un llamado a la unidad de todos los mexicanos. Este llamado no debe ser menospreciado, pero es imperativo que la unidad comience por los tres poderes de la Unión. Aunque han surgido diferencias, particularmente por el polémico proceso de elección popular de jueces, magistrados y ministros, es fundamental procurar el fortalecimiento de la República y el respeto mutuo entre los poderes.
Si así se trata a un poder que defiende, en la medida de lo posible, su integridad para evitar su degradación, ¿qué podemos esperar para los nuevos ministros, carentes de experiencia y posiblemente comprometidos con intereses partidistas?
Proteccionismo vs Libre Comercio: ¿Un Retroceso o una Oportunidad?
José Luis Elizondo Treviño
31 enero
Las medidas arancelarias promovidas por el presidente Trump marcarán un punto de inflexión en la política comercial global. Su intención de imponer aranceles a las importaciones en Estados Unidos representa un cambio de paradigma, alejándose del libre comercio hacia un modelo proteccionista. Este giro podría desencadenar una respuesta en cadena, donde otras economías adopten medidas similares, generando un ciclo regresivo de restricciones comerciales y represalias arancelarias.
El proteccionismo ha sido históricamente una herramienta para fortalecer industrias nacionales, reducir la dependencia de importaciones estratégicas y proteger el empleo local. En el pasado, México y otros países aplicaron modelos de sustitución de importaciones con la intención de desarrollar cadenas productivas internas y garantizar autosuficiencia en sectores clave.
No obstante, esta estrategia tiene costos significativos. Al restringir la competencia externa, los precios de bienes y servicios tienden a aumentar, afectando a los consumidores. Además, las represalias comerciales de otros países pueden reducir las exportaciones nacionales. La historia ha demostrado que un mercado cerrado fomenta la ineficiencia, la corrupción y la falta de innovación, además de incentivar el contrabando y los mercados informales.
En contraste, el libre comercio ha sido el motor del crecimiento económico global en las últimas décadas. La apertura de mercados ha permitido reducir costos, diversificar productos y fomentar la innovación. Países como China, México y Vietnam han aprovechado esta dinámica para integrarse en cadenas de suministro globales y atraer inversiones.
Sin embargo, este modelo también tiene sus desventajas. La competencia internacional ha provocado la desaparición de industrias locales incapaces de competir con grandes transnacionales. La desregulación en algunos sectores ha facilitado la explotación laboral y la sobreexplotación de recursos naturales. Además, la riqueza generada por el comercio global no siempre se distribuye de manera equitativa, ampliando las brechas de desigualdad tanto entre países como dentro de ellos.
Más que una dicotomía entre proteccionismo y libre comercio, el desafío actual es encontrar un equilibrio que combine lo mejor de ambos sistemas. La clave no está en cerrar mercados, sino en regularlos con políticas que fomenten la equidad sin frenar la competitividad.
Para lograrlo, es fundamental diseñar estrategias que protejan a los sectores vulnerables sin distorsionar la economía. Esto implica establecer políticas industriales inteligentes, promover salarios dignos, garantizar estándares ambientales y aplicar regulaciones fiscales que distribuyan mejor los beneficios del comercio global.
Las políticas arancelarias del gobierno norteamericano son una señal de que el comercio global no es inmune a los cambios políticos y económicos. Sin embargo, el camino no es volver a un mundo de fronteras cerradas, sino construir un sistema comercial más justo y sostenible.
La globalización ha demostrado su capacidad de generar riqueza, pero su éxito a largo plazo dependerá de cómo los gobiernos equilibren los beneficios económicos con la justicia social y la estabilidad global. El debate entre proteccionismo y libre comercio no debe centrarse en cuál es mejor, sino en cómo pueden coexistir para construir una economía más equitativa y resiliente. Este es el verdadero reto.
Trump 2.0 Reloaded
José Luis Elizondo Treviño
Si el título de esta colaboración fuera el de una película, seguramente sería una de terror, porque el Trump de esa segunda era viene más agresivo, resentido y se siente agraviado. No busca quién se la hizo, sino quién se la pagará.
Como chivo en cristalería, el Presidente número 47 de la Unión Americana se ha lanzado contra la población migrante, se ha pronunciado en favor de imponer aranceles a los productos que entran al mercado norteamericano, y sus arengas atentan hasta contra la geografía, cambiando el nombre del Golfo de México, por el de Golfo de América, amenazando con recuperar el Canal de Panamá y la isla de Groenlandia, que es posesión danesa.
La diferencia del Trump de 2017 al de 2025 es determinante, porque ahora tiene el control de ambas cámaras legislativas y de la mayor parte de los ministros de la Suprema Corte de Justicia; el Trump 2.0 es más poderoso, pendenciero y, además, estará deseoso de mostrar al mundo su enorme poder.
Su alianza con los poderosos empresarios norteamericanos y su apuesta por las tecnologías, como la inteligencia artificial, así como su desdén por el cambio climático y los objetivos de Desarrollo Sostenible, marcarán el destino del mundo en las siguientes décadas.
Pocos anticiparon que la narrativa de Trump, impulsada desde su campaña, penetraría profundamente en la sociedad estadounidense, especialmente en los temas relacionados con nuestro país. Cuestiones como el fentanilo, la declaración de los cárteles de la droga como organizaciones terroristas y la deportación masiva de personas en situación ilegal en Estados Unidos son sólo el inicio. Además, está por verse si adelanta la revisión del T-MEC.
Lo cierto es que es un error asumir que estamos frente a una simple repetición de la administración anterior de Trump. Las medidas no son las mismas, pero, más importante aún, tampoco lo son el contexto ni la convicción y el respaldo con los que Trump cuenta para implementarlas.
El gobierno de México ya debería estar trabajando en las posibles respuestas, en lugar de esperar a que sucedan las cosas; es decir, en lugar de reaccionar a cualquier eventualidad, es mejor planear, previo análisis de expertos, las medidas que se tomarán en cada caso.
El Factor Trump
José Luis Elizondo T
16-ene
El próximo lunes 20 de enero, los estadounidenses tendrán, en la persona de Donald Trump, a su 47.º presidente. Trump regresa a la Casa Blanca tras ganar las elecciones presidenciales, luego de haber perdido en 2021 cuando buscó la reelección de su primer mandato.
Es previsible que en este segundo periodo continúe fomentando la polarización, no solo dentro de Estados Unidos, sino también en sus relaciones con otros jefes de Estado en el mundo. Su estilo confrontativo ha sido evidente en las tres campañas presidenciales en las que ha participado.
Como presidente, Trump podría ser determinante en el retroceso de políticas para combatir el cambio climático, lo que tendría serias consecuencias para el medio ambiente global.
En cuanto a la inmigración, si cumple sus promesas de endurecer las políticas contra la migración ilegal, se generará un problema no solo para las miles de personas que intentan cruzar a suelo estadounidense, sino también para México. Los estados fronterizos enfrentarían un aumento en la llegada de migrantes deportados, incrementando el riesgo de una crisis humanitaria.
Además, la amenaza de imponer aranceles a productos mexicanos, de concretarse, impactaría negativamente el crecimiento económico de nuestro país al reducir las exportaciones hacia Estados Unidos. Si a esto se suma la posible exigencia de que las maquiladoras estadounidenses que operan en México regresen a su territorio, la tasa de desempleo podría dispararse de inmediato.
La inevitable revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) representará un desafío para México, especialmente considerando el posible cambio de primer ministro en Canadá hacia un liderazgo conservador, actualmente favorito en las encuestas.
En materia de seguridad, se anticipan tensiones con el gobierno mexicano debido a los escasos resultados en el combate al narcotráfico y las amplias zonas controladas por grupos criminales. Si Trump decide clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, podría abrir la puerta a incursiones militares estadounidenses en territorio mexicano.
En el ámbito internacional, su cercanía con Vladimir Putin podría facilitar la suspensión de hostilidades en Ucrania. Sin embargo, este escenario probablemente implicaría que Rusia mantenga los territorios ocupados desde el inicio del conflicto, estableciendo un nuevo orden mundial en el que Rusia, China y Estados Unidos se dividan esferas de influencia, relegando a Europa a un papel marginal en el poder global.
Los desafíos que traerá esta nueva era de Trump pronto comenzarán a hacerse sentir.
Tiempos tormentosos
José Luis Elizondo T.
10-ene-
Iniciamos el 2025 con presagios de tiempos tormentosos para el mundo. La era de la globalización y del incremento del comercio global están en riesgo ante el escenario de que políticos nacionalistas y proteccionistas están llegando al poder en diversos países del mundo, quienes, en su búsqueda de un supuesto mejor futuro para la economía doméstica, están cerrando sus fronteras al comercio, -a través de la imposición de aranceles- y combaten la migración.
El inminente regreso de Donald Trump a la presidencia en los Estados Unidos y la inesperada renuncia del Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, sumados al repunte enlas encuestas del Partido Conservador en ese país, será determinante para el futuro del T-MEC.
Trudeau pertenece a una generación de líderes políticos con tendencias liberales o progresistas que actualmente se encuentran en retroceso en distintas regiones del mundo, ante el avance de liderazgos conservadores, nacionalistas, proteccionistas e incluso,demagógicos.
La posibilidad de imponer políticas proteccionistas en ambos socios comerciales de México, así como las tensiones que sostienen China y Rusia contra las economías de occidentes, pronostican una desaceleración del comercio internacional, lo que además de impactar de forma negativa a los mercados emergentes, ya que la imposición de aranceles encarecerá los productos y reducirá la competitividad de los mercados globales.
Otro efecto negativo de las prácticas proteccionistas y las políticas nacionalistas tienen que ver con el aumento de tensiones entre países. Estas disputas comerciales por el control de mercados, como es el caso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, podrían derivar en tensiones militares en regiones estratégicas, como Medio Oriente, o agravar el conflicto entre Rusia y los países de la OTAN en sus fronteras.
En el ámbito migratorio, las oleadas de migrantes hacia Estados Unidos podrían quedar varadas en Méxicio; si a este escenariosumamos las deportaciones masivas que el presidente electo de Estados Unidos ha anunciado, ocasionarían una crisis humanitaria sin precedentes en nuestro país, y detonarían violaciones persistentes a los derechos humanos en los centros de detención migratoria.
Estas condiciones podrían ser el gérmen de un nuevo orden mundial, donde las políticas públicas globales sean remplazadas por un exacervado nacionalismo y un enfrentamiento entre naciones, dejando atrás la cooperación multilateral.
Esperemos que este 2025, a pesar de los desafíos señalados, la humanidad fortalezca las relaciones internacionales para combatir problemas comunes como el cambio climático entre otros. También confiemos que las nuevas generaciones logren superar el aislamiento y la fragmentaciíon que amenazan al mundo.
Apoyemos, como ciudadanos, la formulación de políticas inclusivas, la solidaridad internacional y el sano equilibrio entre los intereses domésticos y la responsabiliodad global.
Hacia un nuevo modelo económico
José Luis Elizondo Treviño
15-dic
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, que como sabemos es la economía más grande del planeta, podría marcar el inicio de un viraje en el modelo económico que gradualmente se implantará, dejando atrás el neoliberalismo a ultranza para transitar hacia modelos más proteccionistas.
Las tensiones políticas entre Estados Unidos y China, una de las economías más consolidadas en las últimas décadas, así como la creciente concentración económica y la desigualdad en la distribución de la riqueza en gran parte del mundo, han llevado a algunos gobernantes a proponer esquemas que incentiven el consumo interno. Esto incluye la aplicación de aranceles a las importaciones para proteger la industria nacional, lo que implica la implantación y el desarrollo de un modelo económico híbrido, donde el comercio global se mantenga, pero no a costa de la desaparición de las industrias locales. Este enfoque apuesta por políticas más proteccionistas del mercado interno.
El neoliberalismo, entendido como un modelo económico basado en la liberalización de los mercados, la reducción del papel del Estado en la economía y la promoción del comercio y la inversión globales, ha generado tanto beneficios como desafíos. Uno de los aspectos más debatidos es su impacto en las desigualdades económicas. Los defensores del neoliberalismo argumentan que, para distribuir la riqueza, primero hay que generarla. Sin embargo, los datos del Banco Mundial sobre la generación de riqueza muestran un incremento significativo en el Producto Interno Bruto Mundial (PIB), el cual, en 1990, fue de aproximadamente 22 billones de dólares a precios actuales, mientras que para 2024 se estima que alcanzará cerca de 108 billones de dólares. Este crecimiento ha sido impulsado por el desarrollo económico global, especialmente en economías emergentes y en mejoras tecnológicas y de servicios.
No obstante, aunque la riqueza mundial casi se ha cuadruplicado en ese periodo, la reducción de la pobreza extrema no ha seguido el mismo ritmo. En 1990, aproximadamente 1,900 millones de personas vivían en pobreza extrema; tras la pandemia de COVID-19, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se calcula que 1,100 millones de personas siguen en esta condición, concentradas principalmente en África, Asia y Latinoamérica. Mientras que la riqueza se cuadruplicó, la pobreza extrema solo se redujo en un 42%.
Los gobiernos deberán encontrar un equilibrio entre la creación de riqueza y su distribución entre los segmentos más vulnerables de la población. En este sentido, los apoyos económicos directos para los grupos de población vulnerables pueden ser una solución temporal, pero no los apoyos universales. Una mejor alternativa sería fomentar la creación de fuentes de empleo sustentables y respetuosas con el medio ambiente, es decir, que no generen emisiones de carbono, permitiendo así a más personas salir de la pobreza.
El resultado podría ser un sistema híbrido que combine principios de mercado con un mayor grado de intervención estatal y proteccionismo, reflejando un equilibrio entre la integración global y la autonomía nacional. Este enfoque podría ofrecer una vía sostenible para abordar las desigualdades y construir economías más resilientes, amigables con el medio ambiente y con una mejor distribución para que pueda erradicar la pobreza extrema.
Virajes de la democracia
Por José Luis Elizondo T.
9-dic
La democracia moderna, cuyo origen se remonta a finales del siglo XVIII en los Estados Unidos, ha pasado por etapas de consolidación y retroceso a lo largo de la historia.
Durante décadas, el número de países con sistemas democráticos en el mundo no superaba los 40. Sin embargo, en 1974 comenzó la tercera ola de democratización con la Revolución de los Claveles en Portugal, movimiento que derrocó la dictadura autoritaria liderada por António de Oliveira Salazar y su sucesor, Marcelo Caetano.
Este evento marcó el inicio de la transición democrática en Portugal e inspiró a ciudadanos de otros países a continuar con esta ola democratizadora. Ejemplos notables incluyen a España, tras la muerte del dictador Francisco Franco; Grecia, con la caída del régimen de los "Coroneles"; varios países de Europa del Este, como Alemania Oriental, Polonia, Hungría y Rumanía, junto con la pacífica Revolución de Terciopeloen Checoslovaquia. La disolución de la Unión Soviética y la independencia de los países bálticos, la tercera ola terminó finalmente, con la independencia de Timor Oriental.
En 2010, otra ola democratizadora sacudió al mundo con la Primavera Árabe, impulsada principalmente por las redes sociales y una juventud deseosa de cambios. Países como Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Siria y Baréin experimentaron protestas y transformaciones en sus sistemas de gobierno.
De acuerdo con el Índice de Democracia Global 2023, de los 167 países analizados, Solo 24 países (8% de la población mundial) son democracias plenas. 50 países son democracias defectuosas, entre ellos Estados Unidos, mientras que los 93 países restantes se dividen entre regímenes híbridos y autoritarios. México se clasifica como una democracia híbrida.
El informe también concluye que en 2023 disminuyó el número de democracias, mientras varios países, como Venezuela y Nicaragua, regresaron a prácticas autoritarias.
En México, hemos transitado de una democracia con partido hegemónico, dominado por el PRI, hacia una democracia plural. No obstante, hemos vuelto al dominio de un partido hegemónico, esta vez representado por Morena.
El principal enemigo de las democracias son los propios ciudadanos, quienes, influenciados por la desinformación en redes sociales, la persistente desigualdad económica y la corrupción, terminan apoyando gobiernos autoritarios que implementan políticas clientelares similares a las de las décadas de 1960 y 1970 en nuestro país, que creíamos haber superado.
Construir una democracia es un proceso largo y complicado, pero destruirla puede ser alarmantemente fácil. Por ello, como ciudadanos, tenemos el deber ineludible de protegerla y consolidarla.
La desaparición de los órganos autónomos
... y el ocaso de los contrapesos democráticos
José Luis Elizondo T.
La reciente aprobación en el Senado de la desaparición de la mayoría de los órganos constitucionalmente autónomos representa un grave retroceso para la democracia mexicana. Con esta medida, se debilitan los contrapesos que históricamente han equilibrado el poder en el gobierno federal, marcando un punto crítico en el proceso de centralización y autoritarismo.
Desde hace tiempo, el Congreso de la Unión ha dejado de ser un contrapeso efectivo al Ejecutivo. Esta dinámica se consolidó cuando las autoridades electorales permitieron la sobrerrepresentación artificial de Morena en la Cámara de Diputados, garantizando así la mayoría calificada. En el Senado, las presiones políticas y las amenazas, respaldadas con presuntas carpetas de investigación en la Fiscalía General de la República, lograron el mismo objetivo.
Esta sumisión legislativa fue clave para aprobar reformas que minaron la independencia de los poderes. Entre ellas, destaca la que debilitó al Poder Judicial, el cual en diferentes ocasiones emitió fallos que declararon inconstitucionales algunas reformas promovidas desde Palacio Nacional. Por eso, esta medida legislativa parece más un acto de revancha que de justicia, con el claro propósito de someter a una de las últimas instituciones independientes.
Ahora, la desaparición de órganos clave como el INAI, el IFT, la CRE, la CNH, el CONEVAL y MEJORAEDU, entre otros, profundiza el debilitamiento institucional. Estos organismos no solo garantizaban transparencia, eficiencia y neutralidad en áreas estratégicas, sino que representaban la voz de sectores diversos en la toma de decisiones gubernamentales.
Al eliminarlos, se consolida un régimen donde las opiniones contrarias al oficialismo son descartadas, y se erosiona la confianza ciudadana en el Estado. Este movimiento no solo representa una pérdida para la democracia mexicana, sino también un golpe a los principios de transparencia y rendición de cuentas.
La gobernabilidad actual enfrenta una paradoja inédita en los tiempos modernos; dos figuras ejercen simultáneamente el poder ejecutivo. Por un lado, la presidenta Claudia Sheinbaum, legítimamente electa. Por otro, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien continúa ejerciendo una influencia determinante sobre las decisiones legislativas.
El control que López Obrador mantiene sobre los líderes parlamentarios de Morena subordina la gestión de la actual mandataria, generando un ambiente de incertidumbre política. Esta dualidad de poder amenaza con desestabilizar la gobernabilidad democrática y consolidar un modelo político donde las decisiones se toman desde fuera del ámbito constitucional.
Es momento de que los líderes de Morena en el Congreso reflexionen sobre su papel histórico. No se puede seguir alimentando un culto a la personalidad, especialmente cuando las decisiones adoptadas afectan la democracia y la economía nacional. La centralización del poder y la hostilidad hacia sectores productivos y generadores de empleo son estrategias que, lejos de beneficiar al país, profundizan las desigualdades y frenan el crecimiento económico.
México no puede permitirse un “presidente en la sombra”. López Obrador debe ceder completamente el control a la presidenta en funciones y reconocer el término de su mandato. Continuar gobernando desde su rancho no solo desacredita a su sucesora, sino que compromete el futuro democrático del país.
La desaparición de los órganos autónomos y el sometimiento del Congreso al ex presidente son síntomas de un sistema político que retrocede hacia el autoritarismo. Si queremos preservar la democracia y fortalecer nuestras instituciones, es fundamental reconocer la legitimidad de la actual presidenta y construir un gobierno basado en la independencia de los poderes, la transparencia y el respeto al Estado de derecho.
Como nación, debemos optar por el camino de la democracia, rechazando cualquier intento de perpetuar liderazgos personales que solo nos alejan del progreso y la estabilidad.
La nueva era Trump y la soberanía de México
José Luis Elizondo T.
15-nov
Los norteamericanos eligieron a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos durante el próximo cuatrienio. Más allá de las críticas al sistema electoral que le permitió al candidato republicano alzarse con la victoria, lo la relación bilateral entre México y el poderoso socio comercial del norte se perfila como un escenario de conformtación entre dos estilos de populismos, el de derecha, representado por Trump, y el de izquierda, instaurado por López Obrador y continuado por su sucesora, Claudia Sheinbaum.
Desde luego, será una lucha desigual. Por una parte la de la primer economía mundial; por el otro, un México debilitado económicamente, que carga con una deuda pública que ha alcanzado niveles alarmantes, a pesar de la “austeridad republicana” con más de 6.6 billones de dólares, lo que representa ya un alarmante 51.2 por ciento del PIB nacional.
Otra diferencia es la forma de negociar. Trump, conocido por su enfoque beligerante, negocia con amenazas, como la imposición de aranceles, o inclusive la intervención contra los cárteles que trafican con fentanilo. A esto se suma su conocido carácter misógino, que podría ser un ingrediente adicional en su trato personal con la presidenta mexicana.
Una señal de las tensiones que se avecinan se desprenden de las recientes declaraciones del Embajador Kent Salazar, quien afirmó que López Obrador ignoró reiteradamente las solicitudes del presidente Biden en materia de seguridad, calificando la política de “abrazos, no balazos” como un fracaso que dejó un saldo histórico de homicidios dolosos en el país. Con ello no solo se debilitó la cooperación bilateral, sino que también distanció a México de su principal socio comercial.
En contraste, López Obrador buscó alianzas con regímenes autoritarios como Cuba, Venezuela y Nicaragua, cuyos beneficios para México han sido cuestionados.
En un mundo donde las economías está estrechamente interconectadas, la soberanía no se limita al control fronterizo, en especial si es nuestra frontera norte, una de las más activas del mundo en el intercambio de mercancías y tránsito de personas.
Insistir en una narrativa obsoleta y trasnochada de soberanía que rechaza cualquier colaboración externa, puede llevarnos a repetir errores del pasado. No se trata de permitir injerencias, sino de aprovechar las oportunidades que ofrece una relación bilateral fuerte y justa. Ignorar este contexto para buscar alianzas con países en crisis económica y social es una apuesta peligrosa; solo hay que ver cómo les va a los cubanos, nicaragüenses o venezolanos.
Distanciarnos de la primera economía del mundo sería un grave error. Es imperativo que la presidenta Sheinbaum evite replicar el guion trazado por su antecesor desde Palenque o, peor aún, por líderes de otras latitudes con agendas contrarias a nuestros intereses.
Es alentador que la presidenta haya confirmado su asistencia a la Cumbre de Líderes del G20 en Río de Janeiro,un espacio que su predecesor desairó en repetidas ocasiones. Este gesto puede marcar un cambio hacia una política exterior más abierta y exitosa.
México está ante una encrucijada histórica. La relación con Estados Unidos, liderado nuevamente por Trump, será un desafío monumental que requerirá inteligencia, estrategia y, sobre todo, unidad nacional. Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de marcar un antes y un después en nuestra política exterior, dejando atrás las posturas polarizantes de su antecesor para construir un puente sólido con nuestros socios del norte.
El camino no será fácil, pero si la presidenta apuesta por una diplomacia firme, inteligente y pragmática, México podrá avanzar hacia una relación bilateral basada en el respeto mutuo y el beneficio compartido. Más que resistir al embate de Trump, el reto será demostrar que México tiene la capacidad y el liderazgo para defender su soberanía sin renunciar al desarrollo.
En un mundo que exige cooperación para resolver problemas globales, la política de aislamiento no tiene cabida. Lo que está en juego no es solo nuestra relación con Estados Unidos, sino el futuro de un país que merece mejores oportunidades y un lugar destacado en el escenario global. La era Trump no debe ser una amenaza insuperable, sino un llamado a la acción para un México más fuerte y unido.
Martes negro
José Luis Elizondo Treviño
El pasado martes 5 de noviembre quedará en la memoria de la mayoría de los mexicanos como un día sombrío para nuestro país, marcado por dos acontecimientos con repercusiones de amplio alcance para México. En un giro controversial, y con el cambio repentino de opinión del Ministro Alberto Pérez Dayán, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación desestimó el proyecto del Ministro Luis González Alcántara, cuyo objetivo era atender la acción de inconstitucionalidad promovida por partidos de oposición en contra de la reciente reforma judicial. Al mismo tiempo, en Estados Unidos, el candidato republicano Donald Trump obtuvo una victoria contundente en las elecciones presidenciales, lo cual presenta una realidad inquietante para la relación bilateral y los intereses de México.
El rechazo al proyecto del Ministro González Alcántara revela las posibles amenazas que se han dado en el órgano máximo de justicia del país. El proyecto buscaba revisar las nuevas disposiciones de la reforma judicial que, según la oposición, vulneran principios constitucionales básicos, como la autonomía y la imparcialidad del Poder Judicial. La decisión del Pleno de no dar curso a esta revisión suscita una serie de cuestionamientos en la opinión pública, que tienen que ver con la inminente sumisión del Poder Judicial ante el poder político.
La independencia de los poderes es esencial en cualquier democracia, y el fallo del Pleno podría representar un grave precedente de sumisión a los intereses del Ejecutivo. El principio de separación de poderes, piedra angular de la democracia moderna, se ve comprometido en este momento crítico, y la consecuencia más inmediata es la pérdida de confianza de la ciudadanía en la imparcialidad de la Suprema Corte.
En un segundo evento de gran impacto, la reelección de Donald Trumpcomo presidente de Estados Unidos representa un escenario complejo para México. Trump ha sido un crítico constante de las políticas migratorias y comerciales de nuestro país, impulsando medidas de presión como la construcción de un muro fronterizo y la imposición de aranceles. Su victoria, que demuestra el resurgimiento de fuerzas ultraconservadoras en el vecino país, proyecta una sombra de incertidumbre sobre la relación bilateral que implica numerosos temas de interés para los mexicanos.
En su primer mandato, Trump empleó su retórica para estigmatizar a los inmigrantes mexicanos y desincentivar la cooperación binacional. Aún estápor verse si esta postura se mantendrá en su segundo mandato, pero todo parece indicar que el endurecimiento de las políticas migratorias, el comercio, y las políticas laborales regresarán a la mesa, poniendo en peligro a las comunidades y empresas mexicanas que dependen de una relación estable y de respeto mutuo entre ambos países.
La confluencia de estos dos eventos plantea un desafío profundo. La Suprema Corte, con su fallo, ha suscitado dudas sobre su función como garante de la Constitución y protector de los derechos de los mexicanos. Mientras tanto, la victoria de Trump refuerza la idea de que México necesita una política exterior fuerte, que defienda sus intereses y que, al mismo tiempo, procure soluciones justas en temas de migración, comercio, y derechos humanos.
En este contexto, se supone que la mejor arma para defender a México es el Poder Judicial, pero la traición del Ministro Pérez Dayán, dejarán a nuestro país en el limbo jurídico ante grandes presiones del próximo presidente norteamericano
En un contexto como este, se hace imperativa la fortaleza de nuestras instituciones. México necesita un Poder Judicial robusto y autónomo, así como una política exterior pragmática y estratégica que aborde los desafíos planteados por el nuevo gobierno estadounidense. Es hora de que nuestros líderes actúen con visión y firmeza, no solo para enfrentar las tormentas externas, sino también para construir un sistema de justicia y una relación internacional que verdaderamente sirvan a los intereses de los ciudadanos, y no al interés personal del ex presidente.