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La "gripe española" que mató a casi 4 mil en NL y Tamaulipas



La epidemia española que entró por Tampico en 1918 y en azotó todo el Noreste el país, siendo Nuevo León y su capital Monterrey donde más decesos causó con 717 muertos; a Cadereyta con 247; a Linares con 207; a Montemorelos con 174; a General Terán con 97; a Dr. Arroyo con 82; a Los Ramones con 58; a Dr. González con 42; ciudad Victoria 1000.


Luis Alvarado (Latalachanoreste.com)......A 102 años de la pandemia de gripe española que sacudió al mundo causando una cifra imprecisa de entre 20 y 50 millones de muertes mantiene en su acta de nacimiento haber nacido en Boston, sin ser reconocida por EU, pero adoptada por España.

Cuando el mundo fue atacado por la influenza porcina en 2009 se detecta que ésta era una variante de la primera gripe española, al ser las dos originadas en cerdos y a diferencia de la actual pandemia de Covid 19, aquellas atacaban mayormente a la población juvenil.

La palabra influenza se origina en la edad media, término en que se aplica después de una epidemia de gripa porque se creía que era producida por influencia de los astros.

A su vez, la influenza española llega a México proveniente de Europa hacia el mes de junio de 1918 entrando por Veracruz o Tampico, aunque otras versiones apuntan al mes de abril.

Lo cierto es que la gripa hispana no se origina en la península ibérica, sino en un campo militar en Funstone, Kansas, Estados Unidos en marzo de 1918, ocasionando algunos cientos de enfermos, pero llevando la epidemia a Francia, Inglaterra, España, Africa y resto del mundo.

España es el único país que reconoce la presencia del padecimiento ante la negativa de las demás naciones que la originaron, argumentando motivos de seguridad militar pues estaban peleando en medio I Guerra Mundial.

En síntesis, el virus de aquella gripa de la segunda década del siglo XX fue llevada de Norteamérica a Europa y de allá regresa a suelo azteca pocos meses después. Sus efectos devastadores iniciarían en el noreste de México y en particular en Nuevo León hacia principios de octubre, donde fallecerían más de mil 620 personas.


Epidemias en México

En septiembre de 1918 el presidente de México, Venustiano Carranza informaba a la nación del estado en que se encontraba el país. En materia de sanidad el país ya había sido devastado por diversas plagas que ocasionaron miles de fallecimientos décadas y siglos atrás.

Reconoce inicialmente que la acción del departamento de Salubridad no se ha extendido a todos los estados del país “por falta de fondos”. Y aclara: “Sin embargo, con muchos estados se hayan establecidas buenas relaciones en virtud de que esas entidades se han dirigido ya al departamento de Salubridad”.

Dice que se han concentrado nuevas campañas para acabar con las enfermedades contagiosas “que destruyen o degeneran nuestra raza”.

Menciona algunas de las plagas que flagelan a México. Acerca del tifo celebra que “por las medidas aplicadas desde el año antepasado ha acentuado su curva de descenso, ahora los casos son de 20 semanarios en el Distrito Federal, ‘nada’ si se toma en cuenta que fue de mil semanales”, según informa el Periódico Oficial del Gobierno de Nuevo León del mes de octubre de ese año 18 en que es gobernador local Nicéforo Zambrano.

Acerca de la viruela, Venustiano señala que se vacunaba aún a mil personas diariamente. De la fiebre amarilla refiere que “ha desaparecido por completo por las medidas de petrolización en los lugares del país donde era endémica la enfermedad”.

Al tiempo que Carranza daba su informe a la nación, los efectos mayores de la influenza española aún no se dejaban sentir pues llegarían a provocar cerca de 500 mil fallecimientos, cuando la población era de 14 millones de habitantes,


Arriba a Monterrey en octubre

El historiador Celso Garza Guajardo señala en su obra Nuevo León: Textos de su Historia, que la influenza española llega a Monterrey entre los primeros días de octubre y azota la región hasta la mitad de noviembre de ese 1918.

Otro investigador, David Piñera Ramírez señala que la influenza española aparece en el noreste mexicano el 18 de octubre en que el gobierno desplega constante actividad para contrarrestar sus estragos. “El Consejo de Salubridad imprimió las reglas, precauciones y consejos”. La Cruz Roja envía brigadas médico-sanitarias.

En su libro Visión Histórica de la Frontera Norte de México, Piñera Ramírez refiere que para atacar el virus se organizaron clubes de señoras “y todas las clases sociales intervinieron en las tareas de auxilio de octubre a diciembre, lapso en que se acentúa la epidemia y se observa un alto índice de mortalidad, siendo el municipio más afectado Monterrey”.

Al respecto, un informe extraoficial de la época señala que la gripa española afectó a la capital regia con 717 muertos; a Cadereyta con 247; a Linares con 207; a Montemorelos con 174; a General Terán con 97; a Dr. Arroyo con 82; a Los Ramones con 58; a Dr. González con 42. El total de esa cuantificación parcial es de mil 624 muertos.


Fiebre española en la capital de Tamaulipas

Aunque no se tienen documentos de la época, en Ciudad Victoria son más de 250 las personas que mueren por la influenza española en esa segunda década del siglo XX, cuando la capital tenía una población de poco más de 15 mil personas.

Los enfermos son atendidos en el Hospital Civil y en lo que era el Asilo Vicentino, ubicado en las calle 22 y Allende. Las autoridades sanitarias recomendaban tomar jugo de limón con líquidos, un centigramo de sulfuro de calcio cada cuatro horas, purgante a los primeros síntomas, quinina si eran leves los indicios o ir al médico en caso más serio.

Es gobernador del estado Andrés Osuna, a quien en su breve período del 20 de mayo de ese 1918 al 10 de noviembre de 1919 le toca enfrentar la parte inicial, crítica y de descenso de la pandemia mundial de influenza.

En el resto de Tamaulipas la mortandad fue de más de mil 800 víctimas, cifra conservadoramente calculada. Se deduce que gran parte de los fallecimientos fueron causados en Nuevo Laredo y Tampico.

Casi mil mueren en Ciudad Victoria

En 1898, en Tamaulipas se registra la epidemia de fiebre amarilla. Este mal transmitido por la picadura del mosquito Culex provoca tan solo en Victoria cerca de mil fallecimientos, el cual había entrado al país por Tampico.

Se dan situaciones clasistas: el Civil alberga a enfermos contagiosos, los aislados; el Asilo Vicentino era para los no contagiados y el Campamento Libertad ubicado en el kilómetro 12 en el Camino Real a Tula era para los ricos y funcionarios del gobierno, medidas que son dictadas por el gobernador Guadalupe Mainero.

Los muertos por fiebre amarilla no debían ser velados sino enterrados de inmediato a cuatro metros de profundidad, los sepultureros debían estar de guardia todo el día, las mujeres no debían lavar ropa en las acequias que abundaban en la capital y la ropa de aquellos se incineraba.

Dentro de las disposiciones dictada por el gobernador Mainero y su consejo de salubridad para contener la fiebre amarilla estuvo la de levantar el grueso muro perimetral del panteón municipal de 0 y Morelos, con bloques de sillar, el mismo que a la fecha se conserva.



Secuelas mortales incluso en sanados

Las medidas de protección a quienes enferman en aquella ocasión se extienden a varios meses después porque se detecta que algunos de los afectados mueren posteriormente a mediano plazo por problemas hepáticos, debido la falta de adecuada investigación, tecnología médica y medicamentos específicos.

Otros informes médicos de marzo de 1919 indican que en San Antonio, Texas que se han producido “enfermedades raras” que han hecho víctimas a quienes habían sanado de la influenza en Inglaterra y Kansas, EU (donde se origina la influenza española).

El padecimiento es llamado ‘Ensefalitis Lethargica’, llamada también “mal del sueño” o “sueño de muerte” porque producía una privación de la conciencia que duraba semanas hasta provocar la muerte, según informaba el diario San Antonio Express el 21 de marzo de 1919.

Tres meses después de haber cedido la gripa ibérica, el 1 de febrero de 1919, el vice cónsul de México en San Francisco, California alertaba del resurgimiento de la influenza española “en extremo alarmante al registrarse en seis días 30 mil casos y de estos tres mil muertes, acompañadas además del mal negro”. El diplomático advertía las medidas para evitar su ingreso a México.

Un artículo reproducido por el diario regiomontano El Porvenir el 8 de febrero de 1919 se refiere a otra epidemia de influenza española que azotó a Chicago, Estados Unidos en 1890. “En 1890 el Dr. S. Wiclesham dijo en su informe anual que por la influenza se enfermaron 100 mil ciudadanos en una duración de cuatro meses con 694 muertes en su semana de mayor mortalidad”.


Mayores víctimas entre los de 20-40 años

El punto cuarto de ese informe médico destaca un punto importante: “El número de muertos fue más alto entre personas de 20 a 40 años. Se esperaban mayores fallecimientos en mayores de 60 años.... y los niños en edad escolar parecían gozar de relativa inmunidad”.

El punto 5 de ese documento oficial de 1890 –28 años antes de la pandemia de 1918- advierte por conducto del Dr. J. D. Ware comisionado de Salubridad: “Existe una probabilidad de que la influenza (aún no se llamaba española) ocurra varias veces durante los próximos años o que haya un aumento en el número de casos de neumonía o ambas cosas”.

En Estados Unidos se dieron casos concretos de remedios populares milagrosos que supuestamente aliviaban los efectos de la gripe ibérica:

“La Revista Mexicana” de San Antonio, Texas publica un anuncio en febrero de 1919, “en las últimas dos semanas no se pudo conseguir el Elixir Americano de Vino Amargo de Triner en las droguerías de Estados Unidos y Canadá, que por su alto consumo en los días de la influenza española lo agotó, entendemos la situación y duplicaremos la producción”, informaba el fabricante.

“Todo mundo debe prepararse y tener provisiones, pues ayuda a la digestión y fortifica el sistema entero contra los gérmenes morbosos”, añade el aviso publicitario para luego precisar el costo y dirección de la empresa: 1.10 dls. Joseph Triner Company, 1333-1343, S. Ashaland av., Chicago Illinois.

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